Burocracia celestial
Ya en el siglo XIX Mariano José de Larra despotricaba en sus artículos contra la burocracia y, como cualquiera puede comprobar, la situación no ha cambiado demasiado siglo y medio después pese a vivir en plena era de la informática. Como dice el proverbio, un buen burócrata es aquél que donde no hay ningún atasco administrativo se lo inventa, y donde ya lo hay, lo acrecienta. Porque de no ser así, no sería un burócrata digno de tal nombre.
Pero, ¿se imaginan lo que pasaría si en el Más Allá nos tropezáramos con una burocracia celestial -y por lo tanto eterna- todavía peor de la que padecemos aquí? Los relatos humorísticos de esta sección nos aproximan a lo que pudiera ser esa situación ni tan siquiera imaginada por el mismísimo Dante en su Divina Comedia, aunque he de reconocer la influencia -divertida, por supuesto- que en mis relatos ha tenido la serie Dios mío de José Luis Martín, publicada durante años en el semanario El Jueves.
Huelga decir que nada hay en estos modestos relatos de ataque a la religión católica -ni a ninguna otra- ni, mucho menos, de anticlericalismo más o menos camuflado, de modo que quien pretenda verlo así será exclusivamente bajo el prisma de su imaginación. Lo que sí he buscado, lo reconozco, es un enfoque divertido a un tema que tradicionalmente se nos ha presentado como abrumadoramente serio, por lo que he intentado evitar esta innecesaria, incómoda y molesta solemnidad que a ningún punto positivo conduce. Al fin y al cabo, los Monty Python hicieron algo parecido, aunque evidentemente de muchísimo mayor calado, en su celebérrima La vida de Brian.
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