Globalización (I)



-Disculpe, caballero. -exclamó una voz atiplada- ¿Sería tan amable de indicarme el camino hacia el astropuerto más cercano? Me temo que he debido de despistarme...

Sorprendido por tan extraña pregunta, abandoné el ensimismamiento en el que había estado sumido al constatar que ésta iba dirigida precisamente a mí... descubriendo con perplejidad que mi interlocutor era un ser de baja estatura -no llegaría ni al metro y medio-, piel de tonos mostaza moteados en violeta, dos tentáculos superiores al parecer prensiles, una corona de cinco o seis inferiores sobre los que se apoyaba el rechoncho -y aparentemente desnudo- cuerpo, y dos eréctiles antenas sobresaliendo de lo que supuse sería la cabeza. Los ojos, o algo que se les parecía, se encontraban situados justo en los extremos de las antenas. No pude identificar, por el contrario, la boca ni ninguna otra cosa que pudiera ser considerada como un aparato fonador, por lo que supuse -no me pregunten como- que se habría dirigido a mí merced a algún tipo de telepatía.

Perplejo por la naturaleza del individuo, pero tranquilizado por su exquisita amabilidad, le respondí:

-Lo lamento mucho, señor, pero no tengo noticias de que existan unas instalaciones de esa naturaleza en todo el planeta; debe de haberse equivocado.

-¿Cómo? -exclamó sorprendido- ¿No nos encontramos en XP-47925/7Q, tercer brazo de Orión?

-Que yo sepa no... Esto es la Tierra, Sol III, Vía Láctea...

-¡Oh, no! -se lamentó desolado al tiempo que su color se tornaba gris ceniciento- Estos chapuzas de la agencia de viajes han vuelto a meter el tentáculo. ¡Se van a enterar, como que me llamo Xjrrrrpwwq!

Dicho lo cual se perdió entre la multitud que abarrotaba la plaza dejándome con la palabra en la boca. Realmente, parecía estar bastante cabreado.


Publicado el 18-1-2009 en NGC 3660