¿Importa una mosca?
La Tierra, agotada, había dicho basta. La totalidad de la comunidad científica fue unánime en afirmar que los días de nuestro planeta estaban contados y era inminente una catástrofe a nivel planetario que acabaría con la totalidad la vida en ella.
Olvidadas quedaron, por irrelevantes, las eternas discusiones bizantinas sobre si las causas de la hecatombe eran de índole natural o si, por el contrario, había sido la propia humanidad quien destruyera su hogar con su insensato e insostenible modo de vida; a esas alturas poco importaba buscar posibles culpables frente a la inmediatez del armagedón.
La existencia de la humanidad en la Tierra estaba sentenciada sin remedio. Pero el homo sapiens, capaz de los mayores desmanes, era asimismo extremadamente hábil cuando las circunstancias lo requerían... y en esta ocasión, enfrentada a una inexorable extinción, sacó fuerzas de la flaqueza volcando todos sus esfuerzos en un intento desesperado por eludir a la ominosa sentencia de muerte.
No resultaría fácil. La salvación se encontraba no sólo fuera de la Tierra sino también del Sistema Solar, ya que la habitabilidad de algunos astros como la Luna, Marte, Europa o Titán resultaba tan problemática que ni siquiera fue considerada. Así pues, se eligió como nuevo mundo -esta vez de manera literal- a uno de los planetas que orbitaban en el complejo sistema estelar triple de la vecina Alfa Centauro, al cual los avances de la astronomía habían permitido catalogar como apto para la vida. Sin duda resultaría un esfuerzo titánico, ya que no sólo tendrían que domeñar un planeta virgen -al menos eso se esperaba- sino también luchar contra una ecología presumiblemente hostil que con toda probabilidad resultaría incompatible con el metabolismo de los seres terrestres.
Pero ésta era la única carta de la que disponía la doliente humanidad, razón por la cual se aferraron a ella con la desesperación de un náufrago. La tecnología había avanzado lo suficiente para construir un número suficiente de naves arca con capacidad para albergar en su seno a la totalidad de la población, muy mermada respecto a su máximo histórico por los sucesivos desastres de todo tipo que se había visto forzada a padecer.
Según los cálculos de los expertos habría tiempo suficiente para tenerlas todas listas para la gran migración antes de que se produjera el colapso definitivo, siempre y cuando se volcaran en su construcción sin el menor descanso ni el menor desfallecimiento, pues el tiempo apremiaba.
El viaje resultaría largo ya que todavía no se habían logrado desentrañar las claves del viaje supralumínico, razón por la cual la flota de evacuación, aun llegando a alcanzar en el punto de máxima aceleración una velocidad equivalente a una fracción significativa de la de la luz, tardaría alrededor de cuarenta años en alcanzar su destino, tiempo que alguien se apresuró a comparar, nunca se supo si en serio o no, con la travesía del desierto de los israelitas bíblicos. Aunque, comparaciones aparte, era evidente que al igual que Moisés no todos los que partieran de la Tierra llegarían a su destino, ni muchos de los que lo alcanzaran habrían llegado a conocer la cuna de la humanidad.
Tras una febril carrera contrarreloj la flota espacial pudo ser terminada a tiempo, iniciándose la azarosa migración en masa que no por casualidad fue bautizada como Operación Noé. Miles de enormes astronaves, las mayores que se hubieran construido jamás, se convirtieron en mundos en miniatura capaces de albergar y mantener con vida a sus ocupantes durante las cuatro décadas que tardarían en surcar el vasto desierto cósmico que les separaba de Alfa Centauro. Una vez que la totalidad de la humanidad fue evacuada, sus forzados ocupantes se despidieron para siempre del sentenciado planeta centrando sus esperanzas en la nueva patria que les aguardaba a 4,3 años luz de distancia. La odisea había comenzado.
* * *
-¿Y dice usted que le salieron al paso miles de pequeños... objetos que se estrellaron contra su carguero sin que pudiera hacer nada por evitarlos?
-Así fue -respondió el gigantesco piloto, que mediría al menos un kilómetro sin contar los tentáculos cefálicos y caudales, al tiempo que los cromatóforos de su piel pulsaban cambiando de color de forma descoordinada, muestra palpable de su nerviosismo-. Yo navegaba por el canal de la sideropista 177 que me había asignado Control de Tráfico, a la velocidad prescrita para el tramo en el que ocurrió el percance, justo a mitad de camino entre la enana amarilla KJ75? BB02? RI18? y el sistema triple AA17? CX55? MV?1. De repente tropecé con un enjambre de cosas minúsculas... no sé como definirlas, que cruzaban por medio de la sideropista a una velocidad sublumínica. Prácticamente estaban paradas en relación al carguero, pero ni ellas fueron capaces de evitarlo ni yo pude esquivarlas, fue todo demasiado rápido; se estamparon de lleno contra el fuselaje de proa, como habrán podido comprobar los técnicos de su departamento. Lo único que pude hacer fue avisar por hiperradio a Control para que advirtiera a las naves que en esos momentos atravesaban ese tramo de la sideropista, por si acaso ellos tropezaban también con otro enjambre, y dirigirme aquí para dar parte de lo ocurrido.
-Hum... sí, todo eso es cierto, hemos comprobado los registros y concuerdan con lo que usted afirma -respondió el policía echando un vistazo distraído con los ojos traseros al holograma que flotaba tras él.
-¿Entonces? -preguntó esperanzado el piloto-. ¿Puedo irme ya? Yo no he cometido ninguna infracción...
-No, no la ha cometido -le tranquilizó su interlocutor-. El problema es otro, y aunque usted no sea responsable sí está sujeto a los dictámenes de la comisión de investigación; no como imputado, sino como testigo. Pero lamento comunicarle que por el momento no podrá irse y el carguero quedará retenido hasta que los técnicos terminen la inspección y, en su caso, decidan interrogarle si no les parece suficiente su declaración jurada. No se preocupe, se le resarcirán todos los gastos y los perjuicios que le origine este lamentable incidente, pero por el momento tendrá que esperar. Le hemos habilitado un alojamiento en la base, por lo que le ruego que no vuelva a su nave hasta que no sea avisado.
-¡Pero yo soy un transportista autónomo! -gimió el conductor abatiendo la totalidad de los tentáculos al tiempo que su piel adoptaba un lóbrego color ceniza-. Si no entrego la carga a tiempo me penalizarán.
-No lo harán, no se preocupe por eso. Se ha avisado a los consignatarios del flete, y a ellos también se les indemnizará si fuera necesario. No obstante, no creo que la investigación se alargue demasiado; una vez que hayan recogido todos los restos que salpican el fuselaje y, quizá, le hagan a usted algunas preguntas, podrá marchar sin problemas; pero no antes -sentenció.
-¿A qué se deben tantas precauciones? Nunca me había ocurrido nada similar, y tampoco sé que le haya pasado a nadie.
-¿Sabe usted cuál era la naturaleza de los objetos que se estrellaron contra su carguero? -respondió a su vez con otra pregunta el director de la base policial emitiendo lo que en su especie era el equivalente a un suspiro.
-No -respondió sorprendido el piloto-. Nunca había visto nada similar, y tampoco tuve tiempo de comprobarlo ya que vine aquí directamente. Sólo pude entrever, en aquéllos que se estamparon contra el visor frontal, que parecían ser objetos metálicos huecos que contenían algo blando en su interior.
-Eran colonias. Colonias de animáculos que viajaban en unos toscos caparazones, probablemente rudimentarios hábitats construidos por ellos mismos. Y no se deje engañar por su pequeño tamaño, en cada uno de estos vehículos viajaban millones de minúsculos seres vivos.
-Lo siento, pero no entiendo qué puede tener esto que ver con la retención, perdón, quería decir investigación, de mi nave y de mí mismo.
-El problema estriba en el origen de estos vehículos -respondió el policía rascándose distraídamente la protuberancia apical con un tentáculo-. Al parecer procedían de un planeta del sistema KJ75? BB02? RI18? y se dirigían a AA17? CX55? MV? cuando, probablemente por desconocimiento, irrumpieron en la sideropista siendo arrollados por su carguero; puede tranquilizarse, no fue culpa suya y de no haber sido usted habría sido otro, para su desgracia tropezaron en su camino con una de las rutas de más denso tráfico de todo el subsecsector galáctico.
-Si ya saben quienes eran y a donde iban, ¿a qué tanta complicación? -se atrevió a objetar el camionero galáctico.
-Por desgracia no es tan sencillo -volvió a suspirar el policía-. Posiblemente desconocerá que KJ75? BB02? RI18? es un parque natural con protección integral de la flora y la fauna del tercero de sus planetas. Según los galactobiólogos presentaba unas peculiaridades interesantes y prácticamente únicas en la galaxia, por lo que recomendaron su aislamiento para preservarlo de cualquier posible perjuicio. Si le he de ser sincero no llego a comprender la importancia que pudieran tener unos bichejos que apenas alcanzaban, en la especie dominante, un nivel de inteligencia dos... pero yo soy policía, no científico ni político.
Hizo una pausa que aprovechó para levitar adoptando una postura más cómoda y prosiguió:
-En su refugio estaban seguros, aunque en su momento no faltaron voces denunciando la peligrosidad de que la sideropista pasara tan cerca de su estrella, apenas a unas décimas de frotz de la nube cometaria del sistema, pero resultaba complicado y costoso desviarla dado que éste era el único paso posible entre los pozos gravitatorios que bordean la zona sin tener que desviar ningún agujero negro; así pues, se mantuvo el trazado. Durante mucho tiempo no hubo ningún problema, pero por desgracia se entrecruzaron dos.
-¿Qué ocurrió? -a su pesar, el prosaico camionero había acabado por interesarse.
-El primero fue la aparición de una grave perturbación geológica en el planeta que amenazaba con extinguir a la totalidad de la vida existente en él en un plazo de tiempo relativamente breve. Ya se habían adoptado medidas para controlarla y, si no era posible evitarla, proceder a la captura y evacuación de un número suficiente de especímenes con el que poder perpetuar la especie en un planeta refugio especialmente habilitado para ella. Incluso se contemplaba, más a largo plazo, la posibilidad de devolverlos a su planeta nativo una vez que éste hubiera sido rehabilitado tras el colapso. Pero en el momento más inoportuno surgió un segundo problema que desbarató todo.
Tras una nueva pausa más teatral que la anterior, acompañada en esta ocasión por una encendida secuencia cromática inusual en un comedido agente policial, añadió:
-Los culpables fueron los propios bichitos. Nadie en el departamento de Conservación de la Fauna Salvaje había previsto que, pese a lo rudimentario de su inteligencia, fueran capaces de construir unos vehículos en los que embarcaron a la totalidad de su población, o al menos a una parte importante de ella, encaminándose al sistema solar más cercano con estrellas similares a la suya, cabe suponer que pretendiendo establecerse allí ante la amenaza de destrucción de su hábitat. Se trata de una iniciativa tan singular y tan inesperada que sorprendió a todos los investigadores, aunque lamentablemente el trágico fin de su flota, del que insisto no tiene usted la menor responsabilidad, ha truncado no sólo su existencia, sino también la posibilidad de estudiar en detalle sus sorprendentes capacidades de adaptación. Es una lástima.
-Puede que el choque con mi nave provocara la destrucción de muchas de sus naves y la muerte de todos sus ocupantes -objetó el piloto intentando librarse de su responsabilidad moral, aunque ésta hubiera sido totalmente involuntaria-. Cabe suponer que alguna de sus naves se salvara, se me hace difícil creer que absolutamente todas se perdieran.
-Ésa era la esperanza de los galactobiólogos, que están rastreando la zona mientras sus compañeros se dedican a recuperar los restos estampados en el casco de su nave; pero por lo que he podido averiguar tienen pocas esperanzas de encontrar supervivientes, ya que sus minúsculas naves marchaban en formación cerrada y fueron barridas literalmente por el carguero. Otro grupo se ha desplazado a su planeta de origen en busca de posibles especímenes que no hubieran sido evacuados, aunque los primeros resultados al parecer también han sido infructuosos. Lo más probable es que en la flota destruida viajara la totalidad de su población y que toda ella murieran tras el impacto, pero los científicos son más tozudos que yo y siguen sin dar su tentáculo a torcer.
-Mientras no me retengan más de lo estrictamente necesario...
-De eso me encargo yo; tenga en cuenta que todos los gastos derivados de su retraso serán asumidos por mi departamento, por lo que estoy tan interesado como usted en que esto se resuelva lo antes posible.
-Lo que no entiendo -insistió el piloto- es a qué viene tanto interés por unos insignificantes bichos; como si no hubiera suficientes de ellos repartidos por todo el volumen de la galaxia. ¿Acaso alguien va a echar de menos la extinción de una de estas especies inferiores que ni siquiera sabía hasta ahora que existiera?
-Así entre nosotros he de darle la razón, aunque como comprenderá dado mi cargo no puedo desmarcarme de la postura oficial que, guste o no, apoya a los galactobiólogos. Por lo tanto -sonrió el agente- me vería obligado a negar en público esta confidencia, razón por la que le ruego discreción. Pero no se preocupe, fuera de estos científicos y de cuatro atolondrados galactologistas no creo que a nadie le importe un cilio la suerte de estos pobres animalitos, esto no tiene nada que ver con los mediáticos movimientos en defensa de los cuones de Xjrrtpur o los jitópteros de Zxlaambaar, que dicho sea de paso a mí me parecen bastante repulsivos por muy en peligro de extinción que estén. A unas malas, conservarán suficiente material genético para reconstruir la especie y ubicarla donde mejor les parezca, aunque claro está tendrán que partir de cero en lo que respecta a sus pautas sociales dado que será imposible recuperarlas; algo que, dicho sea de paso, tampoco creo que valiera gran cosa.
Levantándose de su nicho de reposo y asiéndole amistosamente por el tentáculo, el policía zanjó:
-Pero ya está bien de peroratas. Le invito a tomar un chrrrrtut con mrritts en la cantina; le enviaré un ordenanza para que le muestre su alojamiento provisional y espero que efímero. Si necesitara algo, no tiene más que pedirlo. ¡Cuántas molestias por tan poca cosa!
1 Las coordenadas cósmicas originales han sido transformadas a coordenadas esféricas con origen en el centro de la Vía Láctea para facilitar la comprensión de los lectores.
Publicado el 11-7-2022