Interés científico
Siempre que tenía que recurrir al Servicio de Supervisión de Fauna Alienígena le entraban temblores en los tentáculos. Después de tantos milenios de desarrollo tecnológico y de haberse expandido por un sector importante de la galaxia, razonaba Wpt+q6, la pzuntydad seguía siendo víctima de la ominosa lacra de la burocracia, de modo que hasta el más simple -en teoría- trámite se convertía en una exasperante tortura en la que el monstruo burocrático, al que él imaginaba a modo de hidra erizada de tentáculos ponzoñosos que se regeneraban conforme eran cortados, solía alzarse con el triunfo final.
En fin, se resignó invaginando los pedúnculos ópticos en un gesto de forzada conformidad; no le quedaba otro remedio que afrontar el duro trago, todo fuera por el bien de la ciencia.
Pero la suerte estaba empeñada en jugar en contra suya. Para su desgracia, constató desolado que le había tocado enfrentarse con el imbécil de Krsx#87, con diferencia el más obtuso de todos los funcionarios de su departamento, del cual siempre se había preguntado como habría sido capaz de aprobar la oposición cuando ni siquiera sabía donde tenía el tentáculo ventral delantero; a saber quién le habría enchufado. Rl cual, como buen mediocre que era, había desarrollado una notable habilidad para camuflar su incompetencia bajo los tortuosos e insondables meandros de las más sutiles trampas burocráticas, alcanzando fama de ser capaz de exasperar al más aplomado de sus interlocutores.
Era lo que había, por lo que forzando los cromóforos adoptó el color de una modesta, pero no servil, apariencia conciliadora. De poco habría de servirle, temía, ante semejante mastuerzo, pero no le quedaba otra solución para sacar adelante su petición. Que fuera lo que el Creador del Universo quisiera.
Krsx#87 estuvo a la altura de su fama, pero quizá por haberse cobrado en el desdichado que le precedió -el fúnebre tinte ceniza de su piel cuando abandonó el despacho cruzando la sala de espera era todo un poema- la cuota diaria de reafirmación de su ego, le atendió casi con amabilidad conforme a lo que era de esperar de semejante virtuoso del entorpecimiento. Bien, se animó Wpt+q6, quizá no estuviera todo perdido.
Tras los inevitables prolegómenos retóricos -como si a él le interesara lo más mínimo el resultado del último partido de trijuego, menos mal que por suerte había visto el titular con el resultado-, Wpt+q6 fue al grano: Necesitaba la cesión temporal de una larva de la especie dominante del sistema KJ75? BB02? RI18?, una miserable estrella amarilla del Límite declarada, sin que se supiera en base a qué, paraje protegido y por consiguiente tutelada por el Servicio de Supervisión de Fauna Alienígena.
Wpt+q6 era investigador de grado 3+, lo que le autorizaba el acceso a especímenes protointeligentes de mundos tutelados siempre que lo justificara en las memorias de sus proyectos de investigación... en teoría. Era evidente que el legislador no había tenido en cuenta la habilidad burocrática para ejercer una eficaz labor de zapa en lo que debería ser un simple trámite administrativo, entorpeciendo con fruición e incluso imposibilitando el trabajo de los profesionales. Corrían incluso rumores de que entre el personal del departamento se cruzaban apuestas sobre cual de ellos lograría un bloqueo más eficaz, algo que evidentemente negaban los responsables del mismo. En cualquier caso, no le quedaba otro remedio que someterse a la ordalía.
-¿Me podría explicar usted por qué razón desea que le sea cedida una larva? -fue la primera barrera levantada por su antagonista; no sería la última.
-Lo he explicado en la solicitud -respondió Wpt+q6 conteniendo a duras penas su irritación-. Deseo estudiar cual puede ser su evolución mental una vez neutralizado temporalmente el efecto de los inhibidores neuronales a los que está sometida su especie.
-Sí, eso ya lo he leído -el tono telepático de Krsx#87 subió un punto en la escala de la impertinencia-. Pero como usted seguro no ignora, estos seres están sometidos a inhibición neuronal, con carácter indefinido, dada su potencial peligrosidad para el resto de la flora y la fauna del planeta, e incluso quizás de los sistemas cercanos, en caso de que se les permitiera evolucionar libremente; por fortuna llegamos a tiempo antes de que pudieran causar un daño irreparable, y aun con estas inhibiciones siguen dañando su medio ambiente y dañándose ellos mismos de una manera significativa. No se conoce un caso similar en toda la galaxia, por lo que resulta prudente mantenerlos controlados.
-Pero las larvas...
-Por cierto -fintó el burócrata-, en realidad no son larvas, sino animales adultos perfectamente capacitados para reproducirse sin que medie metamorfosis alguna. Los denominamos así por analogía, ya que se mantienen artificialmente en un estado embrionario en lo que respecta a la maduración de su cerebro.
Qué tendría que ver esa matización semántica, innecesaria por completo puesto que él lo sabía de sobra y el tuercetentáculos sabía que él lo sabía; pero salirse por los asteroides de UB-da37 era uno de los juegos favoritos de estos individuos. Era importante no caer en su trampa, pero para ello iba a precisar dosis extras de paciencia.
-El nombre con el que los denominemos poco importa -telepateó reprimiendo a duras penas el conato de rebelión de sus cromatóforos-. Lo que yo solicito es que se me permita suspender temporalmente la inhibición sobre un espécimen elegido al azar... bueno, exactamente al azar no, tendría que ser alguno representativo de la especie, para estudiar selectivamente su evolución en relación con un grupo de referencia que utilizaré como contraste. Como usted comprenderá, un individuo único poco podría influir en el devenir de su especie, y además su período vital es extremadamente corto; pero su estudio en condiciones controladas podrá aportar información útil para comprenderlos mejor. Hay quien afirma -recurrió a su baza oculta- que una exposición suficientemente prolongada a los inhibidores neuronales acabaría generando inmunidad en una fracción significativa de la población, con el consiguiente riesgo para ellos mismos, para su planeta e incluso para nosotros. Conociendo estos efectos secundarios siempre se podrán arbitrar las medidas necesarias para evitarlos.
-Si eso que usted afirma temer ocurriera, intervendríamos.
-¿Cómo? ¿Aplicando una eutanasia parcial o incluso general? Eso no funcionaría dada su increíble tasa de reproducción, sin contar con que las asociaciones ecologistas y animalistas se les echarían encima y el prestigio del Servicio de Supervisión de Fauna Alienígena -deliberadamente desgranó el nombre completo- quedaría seriamente dañado. Recuerde lo que ocurrió en Oorphu-XXIII hace tres centones. Eso sin contar con las presiones por parte del cartel de las constructoras para obtener la licencia de construcción de una sideropista por las proximidades del sistema, algo que el Servicio lleva bloqueando desde hace tiempo; habrían puesto en sus tentáculos la excusa perfecta.
Artillería pesada y sin contemplaciones, así era la guerra. El burócrata se rascó pensativo el cuarto pedúnculo ocular con uno de los tentáculos cefálicos sin poder ocultar completamente su desorientación, aunque hubo de reconocerle su flema al mantener impoluto el aséptico color blanco marfil característico de su gremio.
-Veo que aporta todos los permisos solicitados... -por supuesto, ¿qué se creía el botarate?- e incluso cuenta con el aval del Director General de Medio Ambiente Galáctico -a juzgar por su tono de reproche eso debía haberle escocido, se regocijó-. Está bien -una leve irisación recorrió la epidermis de su interlocutor como prueba de su embarazo-, yo puedo cursar el expediente con calificación favorable, pero su aprobación o su denegación definitivas no depende de mí, sino de mis superiores.
Era más que suficiente. De sobra sabía Wpt+q6 que los altos cargos no se molestaban en revisar los expedientes que les remitían sus subordinados, limitándose a aprobarlos o a denegarlos según fuera la valoración previa de éstos. Había ganado, y contra todos los pronósticos la competición había sido breve y relativamente incruenta. Sus colegas se iban a poner verdes -literalmente- de envidia cuando se enteraran... y por supuesto que se iban a enterar.
El resto salió rodado. Consiguió el permiso y, tras aceptar formulariamente todas las condiciones sin molestarse en leerlas, procedió a poner en marcha su experimento. Seleccionó al azar a un espécimen que no se había significado por nada especial en su sociedad, le inoculó el antídoto del inhibidor neuronal y procedió a hacer un seguimiento de su evolución en estado libre.
Poco después, según la escala temporal pzunty, un antiguo cabo del ejército alemán, de origen austríaco y frustrado pintor que hasta entonces no había destacado en ninguna faceta de su vida, se convertía en el Führer del nuevo Reich alemán. El resto es historia.
Publicado el 19-7-2022