Blancanieves... pero no tanto



Blancanieves abandonaba el plató camino de su camerino cuando fue abordada por un asistente que, bastante turbado, le comunicó que el productor deseaba verla en su despacho. Intrigada pero no preocupada, dado que era la estrella indiscutible del espectáculo, se encaminó hacia allí sin parar para quitarse antes el traje, ya que suponía que se trataría de un mero trámite sin la menor relevancia.

Pero se equivocaba. El productor la recibió con cara de póker, algo inhabitual en él cuando pretendía camelarles y, tras invitarla a sentarse, le soltó la bomba:

-Lamento tener que comunicarte que la compañía ha decidido prescindir de tus servicios. Por supuesto se te abonarán todos los devengos y la indemnización que marca la ley, junto con una gratificación en reconocimiento a los servicios prestados mientras has estado al frente del cuento.

Blancanieves se quedó lívida, si es que esto era posible tras su níveo y espeso maquillaje, y tras guardar silencio mientras luchaba por digerir el golpe, balbuceó con voz trémula:

-¿Que me despedís? ¿Así por las buenas? ¿Es que no estáis satisfechos con mi trabajo?

-¡Oh, no! -su interlocutor, visiblemente incómodo, intentaba disimular sin demasiado éxito su embarazo jugando nerviosamente con las gafas-. Al contrario, nunca hemos tenido la menor queja de ti ni hemos cuestionado en ningún momento tu profesionalidad. Pero los tiempos cambian y... -hizo una pausa para tragar saliva- bien, ocurre que tu personaje, y te aseguro que no es nada personal, ha comenzado a ser incómodo para el público.

-¿Cóooooomo? -la muchacha no salía de su asombro.

-No es cosa nuestra, sino de los índices de audiencia. Ya sabes... hay que acabar con el etnocentrismo blanco y con cualquier otro tipo de discriminación como el machismo... ¡ejem!, esto en tu caso esto no reza, el racismo, el maltrato animal o la lgtbfobia, dando entrada a los colectivos históricamente marginados. Y tu personaje, empezando por el propio nombre, queda al margen de las nuevas líneas argumentales.

-¿A quién pensáis poner en mi lugar? -Blancanieves comenzaba a sospechar por donde iban los tiros-. ¿A Negranieves? -ironizó.

-¡Oh, no, qué nombre más horroroso! -negó hipócritamente su interlocutor-. Por supuesto que no, la nieve nunca es negra salvo que esté sucia... aunque -vaciló- sí es cierto que está previsto contratar a una protagonista... -vaciló, estando a punto de escapársele el término incorrecto- afroamericana o subsahariana, quizás incluso originaria de Melanesia o Australia. El nombre, como bien has supuesto, hará alusión al color de su piel, pero será algo ajeno a la nieve que evoque sensaciones positivas tal como el ébano, el azabache, la obsidiana, el firmamento... ese detalle todavía no está decidido por el departamento de Promoción.

-Y yo en la calle... -le interrumpió mordiendo las palabras.

-Bueno, no; como te acabo de decir el estudio está en deuda contigo, por lo que hemos decidido ofrecerte en compensación una plaza que ha quedado vacante en otro cuento de nuestra productora.

-¿En la Bella durmiente? -se le escapó. Aparte de su rivalidad con Bella, o quizás a causa de ella, Blancanieves siempre le había tenido envidia por lo cómodo de su papel, durmiendo plácidamente la mayor parte del tiempo hasta que llegaba el Príncipe Azul y la despertaba. Además, a diferencia de éste al suyo le olía el aliento a ajo.

-No, en ése no. Sería para la Cenicienta...

“Bueno, tampoco está mal del todo, comenzó a decirse para sí misma”.

... pero no de protagonista -continuó impertérrito el productor-; tanto ella como la Bella durmiente se encuentran en una situación similar a la tuya. Sería para el papel de una de sus hermanastras que se ha acogido a la jubilación anticipada.

-¿Y si no acepto? -retó ella, ya que lo que menos le apetecía era la humillación de verse pasar de protagonista a ser la mala de otro cuento.

-Pues... -el encogimiento de hombros no dejaba lugar a la duda-. En Personal se encargarán de todo el papeleo.

-Me lo pensaré -bufó Blancanieves levantándose con tanta brusquedad que estuvo a punto de volcar la silla. Y salió dando un portazo al tiempo que el titular del despacho exhalaba un profundo suspiro. Todavía le quedaban varios sapos más por tragar.


Publicado el 22-4-2023