Blancanieves y los siete lobitos



La princesa Blancanieves lo había tenido todo para ser feliz. Desgraciadamente su madre, la bondadosa reina, murió a poco de nacer ella, casándose su padre en segundas nupcias con quien en realidad era una hechicera muy poderosa que, teniendo celos de la belleza de la inocente niña, ordenó a un cazador que la llevara a lo más recóndito del bosque y allí le diera muerte.

El cazador obedeció a la cruel reina pero, apiadado de ella e incapaz de asesinarla, la abandonó en el bosque, llevando como falsa prueba de su muerte el corazón de un ciervo que hizo pasar por el de la princesa.

Poco hubiera podido sobrevivir Blancanieves en tan agreste lugar, poblado de fieras peligrosas, de no ser porque, vagando hambrienta, descubrió una casita en un claro que se abría en la espesura, la cual resultó ser el hogar de siete bondadosos lobitos que, viéndola tan desvalida, se apiadaron de ella...

-¡Un momento! -tronó furioso el director-. ¿Qué majadería es ésta? ¿Por qué demonios se le ha ocurrido cambiar a los siete enanitos por esa ridiculez de los siete lobitos?

-No ha sido iniciativa mía -balbuceó apesadumbrado el guionista-. Me lo han exigido los de arriba. Yo pensaba igual que usted, pero ante la alternativa de verme en el paro...

-¿Y que motivos le dieron para justificar semejante estupidez? ¿Acaso no les gustaba el cuento clásico?

-Sí, pero una asociación que decía defender los derechos de las personas de talla baja les amenazó con denunciarles si daban una imagen discriminatoria de ellos, así que prefirieron quitarlos de en medio para evitarse problemas.

-Bien, entonces, ¿por qué no poner en su lugar a siete actores de estatura normal?

-¡Oh, no, eso habría sido todavía peor! La Liga por la Decencia hubiera denunciado inmediatamente la inmoralidad de hacer convivir a una joven soltera con siete adultos varones en mitad del bosque...

-Pues sí que estamos apañados -gruñó el director-. Pero esa absurda historia de los lobitos... ¿a quién se le ocurrió?

-En realidad a mí... -respondió el escritor, poniéndose rojo hasta las orejas-. Estábamos en un callejón sin salida, y pensé que con siete lobos... bueno, lobitos, evitaríamos toda posible connotación sexual incluso para los más puritanos. Además, así mataríamos dos pájaros de un tiro ya que conseguiríamos el apoyo de los ecologistas al dar una imagen positiva de estos animales, tanto en los cuentos y las películas como en la vida real.

-Pues vamos a hacer un pan con unas tortas.

-No, ahí está el truco. La idea es que sean interpretados por actores reales, por supuesto, pero convenientemente disfrazados de lobos antropomorfos benévolos y, por supuesto, impúberes. Al fin y al cabo, es un cuento para niños.

-Ya -el director distaba de estar convencido-. ¿Y la bruja?

-¡Oh! También teníamos que tener en cuenta a las asociaciones feministas. No sería una bruja tradicional, sino simplemente una hechicera momentáneamente cegada por el mal. Por supuesto no morirá y, tras arrepentirse de su error, acogerá a Blancanieves como una madre. Me insistieron mucho en la necesidad de que transmitir mensajes positivos a los niños.

-Ya. En fin, mucho me temo que tendremos que tragar con todo este tinglado si queremos seguir ganándonos las lentejas -suspiró el director con resignación.

-Pues no podemos quejarnos -objetó su interlocutor-, al fin y al cabo se trata tan sólo de una película infantil. Peor lo llevan en el equipo que pretende rodar una nueva versión de Lo que el viento se llevó; imagínese que les han prohibido hacer la menor alusión a la esclavitud...

-¡Pero si la Guerra de Secesión tuvo como una de sus principales causas precisamente su abolición! -exclamó escandalizado el director-. Si quitan la esclavitud, se cargan la película.

-En eso están. Pero no es el único obstáculo con el que han topado. Las asociaciones antirracistas han exigido que al menos dos de los papeles protagonistas sean interpretados por actores negros, preferentemente los de Melanie y Ashley porque dicen que ya es hora de que los negros interpreten personajes empáticos. Y no es eso todo, también quieren imponer como protagonistas a un cupo de actores hispanos, indios y asiáticos; y menos mal que al final consiguieron convencerlos de que un esquimal o un maorí encajarían mal en el reparto.

-Pues así a bote pronto, si descartamos a Melanie, Ashley y Mammy porque era una esclava, tan sólo quedarían disponibles los papeles de Escarlata y Rhett Butler, así que me temo que no habría para todos.

-¡Oh, no! Estos dos no los quieren, porque dicen que son personajes negativos y prefieren que los sigan interpretando actores blancos. Los guionistas están sudando tinta viendo la manera de incrustar en la trama a varios personajes nuevos, y por supuesto positivos, que puedan representar los actores de estas minorías, para así darles visibilidad. No les envidio, varios han abandonado y un par de ellos han necesitado tratamiento psiquiátrico.

-Como se pongan muy puntillosos -ironizó el director- acabarán cambiando hasta el título de la película.

-Pues también se está considerando, para evitar posibles reclamaciones de los meteorólogos.

-Ojalá hubiera elegido otro oficio -rezongó el director al tiempo que suspiraba profundamente-. En fin, volvamos a los zorritos. ¿O eran lobitos?


Publicado el 15-6-2020