Caperucita Blanca



En el despacho del productor de Caperucita Roja éste se entrevistaba con Blancanieves.

-Así que usted estaría interesada en sustituir a Caperucita como protagonista...

-En efecto -respondió la interpelada-. He tenido noticias de que su puesto ha quedado vacante.

-Vaya, se ve que las noticias vuelan -rezongó el ejecutivo-. Bien, tampoco es un secreto. Recientemente falleció su abuelita declarándola heredera universal, y ella decidió jubilarse alegando cansancio -omitió que se había largado a Miami con el cazador, diciéndoles que se metieran la caperuza por donde les cupiera-. Pero todavía no hemos empezado a buscar una sustituta.

-No necesitarán hacerlo, ya que yo soy la persona adecuada -le interrumpió la muchacha con audacia.

-¿Acaso no está conforme con su trabajo? No entra dentro de nuestra política robar estrellas a la competencia...

-No le robarán nada, estoy sin trabajo. La productora canceló mi cuento.

-¿Qué me dice? No sabíamos nada -fingió el taimado interlocutor, que por supuesto estaba al corriente de ello-. ¿Cómo ocurrió?

-Por culpa de la censura buenrrollista -gruñó la ex-princesa, esta vez sin necesidad de fingir disgusto-. Según una ley recién aprobada, quedaban prohibidos los papeles que pudieran denigrar a cualquier colectivo con algún tipo de discapacidad, y en este caso se trataba de los siete enanitos; perdón, quería decir personas con acondroplasia. Así que cortaron por lo sano y mis pobres compañeros y yo nos vimos de patas en la calle de un día para otro -omitió añadir que por si fuera poco el felón del príncipe la había dejado plantada por una corista, pero esto no había necesidad alguna de airearlo-, sin trabajo y, en el caso de los enanitos, sin posibilidad de encontrarlo.

-No había necesidad de ser tan drásticos. Nosotros también modernizamos nuestro cuento, pero no llegamos a tanto; nos limitamos a suprimir los detalles violentos y a reconvertir el personaje del Lobo Feroz, que ahora es el Lobo Amable, ayudando a quienes se pierden en el bosque y dando a los lectores lecciones de ecología y respeto hacia los animales y las plantas. Pero claro está, sin Caperucita no podemos seguir...

-Reitero mi ofrecimiento. Ya sé que reemplazarla es un reto, pero estoy dispuesta a afrontarlo; tenga en cuenta que yo poseo una amplia experiencia sobre la vida en el bosque. Además, conmigo vendría también la sustituta de la difunta abuelita.

-Vaya, esto es interesante... ¿de quién se trata?

-De mi madrastra, una excelente actriz que estaba harta de ser encasillada en papeles de malvada. Estaría encantada de reconvertirse en un personaje amable como es el de la abuelita de Caperucita.

-Le agradezco su oferta y la tendremos en cuenta a la hora de considerar sus candidaturas -concluyó el productor sin comprometerse demasiado-. ¿Desea algo más?

-Tan sólo un detalle -Blancanieves se mostraba turbada-. Al asumir la identidad de mi predecesora obviamente perdería la mía, por lo que me gustaría introducir un leve cambio; en recuerdo de mi antiguo nombre desearía que el personaje pasara a llamarse Caperucita Blanca.

-¡Eso no puede ser! -exclamó el productor.

-Pero se trata tan sólo de un cambio de color... otras veces se ha hecho.

-En efecto, y poca importancia tendría que hubiera pedido usted cambiar el rojo por el amarillo, el verde, el azul o el violeta... es más, podríamos decir que se trataba de la hermana de la antigua, diferenciada de ella por el color. Puede usted elegir el que más le guste; pero el blanco no.

-¿Por qué? -porfió perpleja la candidata-. ¿Qué más da uno que otro? La elección del blanco se debe a que la nieve es blanca. Me llamo así, y no Verdenieves o Azulnieves, precisamente por el color de mi tez.

-Justo ahí es donde radica el problema. No podemos, ni deseamos, usar el color blanco ya que a muchos de los pertenecientes a etnias no caucásicas les recuerda la primacía del hombre blanco sobre el resto de la humanidad, con connotaciones a episodios históricos tan bochornosos como la esclavitud o el colonialismo.

-¡Eso es absurdo! Según este razonamiento Caperucita Roja también tendría connotaciones políticas de exaltación comunista, algo con lo que seguramente muchos padres no estarían de acuerdo; y ha estado toda la vida exhibiendo este color revolucionario.

-Quizás no le falte razón -se defendió confuso el ejecutivo-. Pero los tiempos han cambiado, por lo que preferimos un color que no cause repudio a ningún colectivo.

-Pues lo van a tener difícil, porque mucho me temo que todos están ocupados. Como no recurran al ultravioleta o al infrarrojo...

-Como quiera, pero el caso es que Caperucita Blanca no puede ser. Y si no está conforme, buscaremos otras posibles candidatas.

-¿Sí? Eso no se lo cree ni usted. Por si no lo sabe, aunque supongo que sí, Cenicienta se ha dedicado a los negocios olvidándose de príncipes y calabazas encantadas, y le va muy bien con su fábrica de zapatos de cristal; la Bella Durmiente lleva tiempo siguiendo un tratamiento contra el sueño en una clínica alemana; la Sirenita fundó una empresa de submarinismo deportivo y Bella, al no poder superar el trauma que le produjo la metamorfosis de su amada Bestia en un repelente príncipe, renunció a todo lo que éste le ofrecía fundando la ONG Monstruos sin fronteras, dedicada a salvar a los monstruos de todo tipo de discriminaciones y persecuciones. Creo que no me olvido de nadie, así que si éste es verdaderamente su propósito, mucho me temo que se verán obligados a fichar a una novata desconocida que a saber si será capaz de lograr que el cuento salga de su actual crisis o lo hunde definitivamente.

La lividez del rostro de su interlocutor le confirmó que había dado en el clavo. El cuento, pese a su revisión, tenía serios problemas de audiencia, y sólo con una protagonista veterana y conocida tendrían posibilidades de ser salvado. Y Blancanieves lo sabía.

-Recuerde, sería un simple cambio de color -remachó-. Además, podrían resaltarse las connotaciones positivas del blanco: la pureza, la limpieza, la bondad... eso sin olvidar que el blanco es la suma de todos los demás colores, por lo que en realidad representa a la totalidad de las etnias.

-Está bien, tendremos que estudiarlo en el consejo de administración -se zafó como pudo el productor-. Le agradezco su oferta y la consideraremos, pero hasta dentro de unos días no le podremos dar la respuesta. Le avisaremos en cuanto la tengamos. Muchas gracias por su amabilidad.

Con lo cual dio por terminada la entrevista, despidiéndose educadamente de la candidata. Ésta abandonó exultante el despacho: sabía que había ganado.


Publicado el 16-7-2023