Caperucita Paritaria



-Abuelita, abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes!

-¡Son para comerte mejor! -exclamó el Lobo Feroz abalanzándose sobre la indefensa muchacha.

Instantes después, todo lo que quedaba de la desdichada Caperucita era un informe montón de telas desgarradas y de huesos, mientras la sangre teñía de rojo las sábanas de la cama.

-¡Corten! -exclamó una voz. Y saliendo de detrás de las cámaras, el director ordenó al ahora calmado lobo:

-¡Tú! ¡Ve a ducharte, límpiate bien las fauces y pasa luego por vestuario para que te den ropa nueva... esa la has dejado hecha un asco!

Cuando la fiera, obedeciendo dócilmente, hubo abandonado el estudio, continuó:

-¡Y vosotros los de atrezzo, quiero esto limpio en media hora... todavía tenemos que grabar tres escenas más!

Tras lo cual, volvió tras las cámaras. Aunque su intención era sentarse en su silla, al ver a un tipo de aspecto reptilesco que pululaba por allí se dirigió a él con cara de pocos amigos.

-¡Bien, estará satisfecho! -le increpó sin un ápice de amabilidad en su tono-. Como puede comprobar, y decírselo a sus amos, aquí respetamos escrupulosamente la ley de paridad... un lobo, una Caperucita. Un lobo, una Caperucita. Siempre al cincuenta por ciento, aunque el espíritu original del cuento se vaya al carajo. Esta vez le ha tocado a ella, así que la próxima será el lobo quien acabe fiambre por los disparos del cazador.

-Sí, claro -respondió éste con sorna-. Lo que ha olvidado añadir es que con esta ley que aparentemente tanto detestan ustedes se están ahorrando un montón de pasta... porque los lobos, al ser tan escasos, les salían bastante más caros que las caperucitas; eso sin contar con que al cazador le tienen ahora a media jornada con la excusa de que tan sólo hace la mitad del trabajo.

-Eso no es asunto de su incumbencia -bufó el director fulminándole con la mirada-. Ya ha espiado lo suficiente, ¿no? Pues ahora lárguese de aquí con viento fresco, porque está estorbando y tampoco me gusta su olor a podrido. Ya se está yendo, o aviso a los de Seguridad.

Y volviéndose hacia el lugar en el que aguardaba el equipo técnico, gritó con toda la fuerza de sus pulmones:

-¡La siguiente Caperucita! ¿Está lista ya? ¡Que no tenemos todo el día...!


Publicado el 4-10-2014