La verdadera historia de Dédalo e Ícaro



Desolado, Dédalo contempló con impotencia cómo su hijo Ícaro se precipitaba al mar tras haber perdido las plumas de sus alas, reblandecida la cera que las sujetaba por el calor del sol al que imprudentemente se había aproximado desoyendo sus consejos.

Resignado ante lo inevitable, el fugitivo emitió un suspiro y continuó con su largo viaje huyendo del cruel Minos, no sin antes asumir su responsabilidad en la trágica muerte del muchacho.

“Esto me pasa por haber comprado las piezas de las alas en un bazar chino. Nunca más volveré a cometer este error”.

Y cumplió su promesa.


Publicado el 26-12-2018