Despiste alienígena
Los tripulantes del Nostromo, reunidos en la enfermería, vigilaban con preocupación a su compañero Kane. Aunque el extraño ser que se aferrara a su rostro durante la exploración del pecio alienígena había muerto, desprendiéndose por sí mismo sin causarle aparentemente daño alguno, dado lo desconocido de su naturaleza tenían el temor de que hubiera podido provocarle algún tipo de secuela.
Kane, sin embargo, no acababa de entender las reticencias de sus colegas. Se sentía bien, como no se hartaba de repetirles, y lo único que les pedía con insistencia era que le permitieran reincorporarse a sus tareas cotidianas. Pero éstos dudaban, en especial Ripley.
De repente su rostro se crispó. Alarmados, los astronautas se apresuraron a sujetarle de brazos y piernas, dado que su cuerpo comenzó a experimentar violentas convulsiones. Evidentemente, no todo acababa de estar bien.
Segundos después, mientras Kane se debatía entre alaridos de dolor, un extraño bulto comenzó a formársele en el pecho, creciendo cada vez más hasta desgarrarlo provocando la muerte instantánea del desdichado astronauta. De su tórax destrozado emergió una extraña figura, chorreante de sangre, ante las aterrorizadas miradas de quienes fueran sus compañeros.
El ente se irguió sobre el cuerpo inerme de su involuntario huésped. Su cuerpo era rechoncho y achaparrado, con unos brazos largos y escuálidos terminados en unas desproporcionadas manos. El delgado cuello parecía incapaz de sostener el peso de la enorme y achatada cabeza, que pivotaba sobre éste desafiando las leyes de la física. En su extraña cara destacaban una nariz chata y dos enormes ojos redondos, la boca era asimismo grande y carecía aparentemente de orejas. La piel, lampiña y arrugada, semejaba cuero viejo, y en su conjunto el alienígena mostraba un aspecto entre entrañable y grotesco... pese a lo cual había matado al desdichado Kane de una forma atroz.
Aparentemente perplejo, el alienígena recorrió con la mirada el círculo de humanos que le rodeaban y alzando la mano extendió el dedo índice, que se iluminó, al tiempo que exclamaba con voz quejumbrosa:
-¡Mi caasa...!
Lo cual provocó un movimiento de sorpresa entre los astronautas. Apercibido de ello, mudó de expresión y explicó en tono contrito:
-Les ruego que me disculpen, me temo que me he equivocado de película. ¿Alguno de ustedes sería tan amable de explicarme cómo puedo volver a mi planeta?
Publicado el 31-10-2021