Enfermedad incurable
-Lo lamento infinito, señor Pinocho, pero me temo que no puedo hacer nada por usted.
El médico, intentando demostrar que era sincero, abrió sus manos mostrando las palmas y continuó, a modo de débil justificación:
-Por supuesto puede consultar a otros colegas, es mi obligación advertirle que sus respuestas, con toda seguridad, serán similares a las mías. Por desgracia, la ciencia médica no puede hacer nada en un caso como el suyo.
-Entonces -respondió la marioneta con su tímida y aflautada voz-, ¿qué puedo hacer, si es que se puede hacer algo?
-Yo le recomendaría que se pasara por una droguería, o por una tienda de bricolaje, y probara a comprar un producto anticarcoma. Probablemente será más efectivo que cualquier cosa que le pudiera recetar yo, aunque no le puedo garantizar nada acerca de los posibles efectos secundarios en su organismo. No obstante -vaciló-, dada la alternativa pienso que usted tiene muy poco que perder intentándolo.
Dicho lo cual se despidió de su singular paciente, el cual se marchó de la consulta con gesto cariacontecido.
-¡Hay que ver, con lo que tiene uno que bregar! -dijo para sí el galeno al tiempo que se disponía a recibir a su siguiente paciente.
Publicado el 25-10-2015