La verdadera historia de la Estrella de Belén (II)
QWJ#2, copiloto de la nave exploradora TT&$-3Ñ, no se molestaba en disimular su enfado.
-Nos hacen venir hasta este mugriento rincón de la galaxia y ¿para qué? Aquí no hay nada que hacer, y eso se sabía de sobra gracias a la información remitida por las sondas automáticas. ¿Acaso hacía falta recorrer cinco mil kjfigs para volver, tal como era de esperar, con los tentáculos vacíos?
PY*=7, su compañero y piloto de la TT&$-3Ñ, le respondió condescendiente:
-No te falta razón, pero sabes de sobra que no es suficiente con los resultados obtenidos por las sondas, ya que éstos sirven para saber si existe o no vida inteligente en el planeta pero tan sólo proporcionan una visión muy general e incompleta del grado de desarrollo cultural de los indígenas. Salvo en casos muy concretos, suele ser necesaria una misión tripulada para completar nuestro conocimiento sobre los mundos salvajes de la periferia galáctica. La decisión de someterlos a protectorado de cara a una futura incorporación a la Federación, o bien dejarlos a su libre albedrío sin interferencias por nuestra parte, no es algo que se pueda adoptar con ligereza.
-Sí, pero conforme a los datos preliminares que nos proporcionaron, era bastante evidente que el nivel cultural de los aborígenes del planeta no alcanzaba ni siquiera el mínimo para instalar una base de seguimiento automática. Y como cabía esperar, el resultado de nuestra exploración lo corrobora. ¿Para qué tanto trabajo inútil?
-Querido QWJ#2 -le interrumpió su superior esbozando el equivalente a una sonrisa en un alienígena carente de labios-, comprendo tu frustración puesto que yo habría reaccionado de forma muy parecida a la tuya cuando era un joven explorador recién salido de la Academia; todavía más cuando ésta ha sido tu primera misión de espacio profundo y a buen seguro echas de menos las diversiones y los placeres de Xriin. Pero en esto consiste nuestro trabajo, y es nuestra obligación ejecutarlo de la mejor manera posible. No bastaba con una probabilidad, por muy grande que fuera, de que el planeta resultara baldío; era necesario confirmarlo, y para eso era precisa una misión tripulada.
-Está bien -rezongó éste agitando de forma poco educada los palpos internos con cuidado de ocultarlos de la vista de PY*=7-. Pero puesto que ya lo hemos comprobado y el test de idoneidad ha dado negativo con una fiabilidad del cien por cien, ¿qué hacemos todavía aquí? Esto es tremendamente aburrido.
-Tienes razón... en parte. La misión, conforme a los parámetros establecidos, ya ha terminado. Pero las ordenanzas recomiendan seguir en estos casos un protocolo adicional que, si bien no va a alterar los resultados, puede resultar útil a los xenozoólogos. Al fin y al cabo, que la especie dominante del planeta no haya alcanzado el mínimo establecido para ser catalogada como culturalmente relevante, no implica que su estudio no sea interesante para estos expertos, a los cuales les importa poco su catalogación negativa ya que sus investigaciones siguen otros derroteros diferentes. Al fin y al cabo aunque primitiva, aquí existe una vida compleja.
-Lo cual significa un retraso de nuestra vuelta a la base...
-No seas impaciente, no pretendo rastrear todo el planeta. Tan sólo vamos a realizar un recorrido a baja cota sobre una zona en la cual, según los análisis de la IA, la protocultura nativa parece estar más desarrollada que en el resto. No nos llevará más de dos o tres parks y los sensores de la nave se encargarán de todo, tras lo cual volveremos a casa por el camino más rápido.
En realidad tardaron algo más puesto que, una vez finalizado el recorrido previsto, PY*=7 detuvo brevemente la nave sobre la vertical de un núcleo de población nativo para aprovechar una corriente cuántica de inusitada intensidad descubierta por casualidad, lo que permitió recargar el sistema de almacenamiento energético sin necesidad de ir recolectando los ergones dispersos por el espacio interestelar y adelantando así el deseado retorno a la base.
* * *
Nacido Jesús en Belén de Judea en los días del rey Herodes, llegaron de Oriente a Jerusalén unos magos preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo. Al oír esto, el rey Herodes les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos le dijeron: En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta.
Entonces Herodes les interrogó sobre el tiempo de la aparición de la estrella, y enviándolos a Belén les dijo: Id allí e informaros sobre el niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber para que yo también pueda ir a adorarlo.
Ellos se despidieron del rey y partieron. La estrella que habían visto en Oriente les precedía hasta que, llegando al lugar donde estaba el niño, se detuvo. Entrados en la casa, vieron al niño con su madre, lo adoraron y abriendo sus cofres le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero advertidos en sueños para que no volviesen con Herodes, retornaron a su tierra por otro camino.
Publicado el 13-1-2024