Me pareció ver un lindo gatito



PRIMERA ESCENA

Piolín columpiándose relajadamente en primer plano. De repente oye un ruido, dirige la mirada fuera de campo y, volviéndose hacia la cámara, exclama con acento entre sorprendido y pícaro:

-¡Me pareció ver un lindo gatito!

Giro de cámara. Plano general de la habitación, apreciándose una figura que se desliza con sigilo ocultándose tras los muebles. Zoom a plano medio. Se trata de un gato que intenta pillar desprevenido al indefenso canario.

Piolín, que finge observar despreocupadamente a su perseguidor, hace un gesto de asombro y exclama:

-¡Tú no eres Silvestre!

El gato abandona su escondite y responde, olvidándose por completo del guión:

-No, soy Tom Gato. Encantado de saludarte.

-¿Tom? ¿El de Tom y Jerry?

-El mismo -responde éste esbozando una amplia sonrisa.

-Pero tú no hablabas...

-Era mi personaje el que no hablaba; tampoco lo hacían Charlot, Harpo Marx o Boris Karloff en las películas de Frankenstein... en sus papeles, porque fuera de ellos ninguno era mudo. Y como Silvestre habla, hablo también yo.

-¿Dónde está Silvestre?

-¡Oh! Pobrecillo. El pobre tuvo que ser hospitalizado a causa del accidente que tuvo.

-¿Accidente? No sabía nada... -exclama sorprendido el canario-. ¿Qué le ha pasado?

-Estaba en su casa y se cayó por una ventana desde el séptimo piso cuando intentaba saltar al edificio de enfrente, dicen que por presumir delante de una gata. Él pensaba ingenuamente que en el mundo real ocurre lo mismo que aquí, que aunque te caiga un piano encima y salgas planchado como un acordeón, en la siguiente escena ya estás como nuevo. Por fortuna tan sólo perdió un par de vidas, pero tiene por delante una convalecencia bastante larga. Así pues, los productores tuvieron que buscar un sustituto... y aquí estoy yo -concluye el felino rematando su explicación con una reverencia exageradamente teatral.

-Pero tú trabajabas para la competencia -objeta Piolín.

-Tú lo has dicho; trabajaba. Cuando los capitostes de la compañía decidieron cerrar nuestro estudio de animación, hace ya muchos años, Jerry y yo nos fuimos al paro... y hasta ahora -explicó Tom con gesto abatido.

-Yo he visto episodios vuestros mucho más recientes.

-No éramos nosotros, sino unos suplantadores. Pero como a los personajes de ficción, y todavía más si somos dibujados, no nos protegen las leyes... ¡como si no tuviéramos que comer y vivir medio decentemente, como cualquier persona de carne y hueso!

-No sabía nada, créeme que lo siento. ¿Qué ha sido de Jerry? Me caía simpático, al fin y al cabo te hacía las mismas perrerías que yo al buenazo de Silvestre.

-Su caso es mucho más triste que el mío -suspira profundamente Tom-. Él llevó mucho peor que yo la pérdida de nuestro trabajo y, sobre todo, el olvido después de haber sido una primera figura; al fin y al cabo él era el actor principal y yo tan sólo su contrapunto patoso. Se dio a la bebida y a otras cosas peores, cayendo cada vez más en el foso y bueno... prefiero no continuar -concluye el pobre gato al borde del sollozo.

-Vaya, me dejas anonadado... en fin, así es la vida. Entonces, ¿tú vas a ser, al menos temporalmente, mi partenaire?

-Eso me han dicho. Todo dependerá de cuanto tarde en recuperarse Silvestre.

-Discúlpame si me meto donde no me importa, pero ¿por qué te eligieron?

-¡Oh, la explicación es sencilla! Simplemente yo estaba disponible, y les corría prisa cubrir la vacante. Eso sí no fui el único candidato que consideraron, también habían pensado en Félix el Gato, la Gata Loca, Jinks, Don Gato e incluso en Garfield o Azrael. Pero Félix el Gato y la Gata Loca estaban jubilados, Jinks había fundado junto con Pixie y Dixie una iglesia congregacionalista y Garfield y Azrael no se ajustaban al perfil de nuestro común amigo. Don Gato podría haber sido un competidor serio pero se empeñó en llevar con él a toda su pandilla, algo que rechazaron de plano los productores. Por otro lado mi personaje era muy similar al de Silvestre, así que, salvo en el aspecto físico, tampoco se notará demasiado la diferencia... no más que cuando cambiaron al actor que interpretaba a Darrin en la serie Embrujada y no pasó nada.

-Al menos podrían haberme, si no consultado, al menos advertido... -rezonga Piolín con gesto de disgusto-. Pero aquí las estrellas somos quienes menos cuentan. Habría que organizar un sindicato para defender nuestros derechos.

Va a responderle Tom cuando una ominosa voz retumba en el estudio.

-Señores actores, ¿les parece bien dejar de parlotear para que podamos rodar el episodio? Ya hemos perdido demasiado tiempo.

Y acentuando el tono, continúa:

-Por cierto, respecto a ese desafortunado comentario que no he podido evitar oír, me gustaría recordarles que tenemos multitud de personajes en paro que estarían encantados en ocupar sus puestos: Coyote y el Correcaminos, el Lobo Feroz y los tres cerditos, bueno dos porque el otro se retiró a un convento, Super Ratón, El Pájaro Loco, Dino, el Oso Yogui, la Pantera Rosa e incluso Dumbo, desplazado por un monigote generado por ordenador. No son buenos tiempos para los dibujos animados clásicos, e incluso el mismísimo Roger Rabbit me ha rogado no sé cuantas veces que le dé una oportunidad. Así pues -remacha con una estruendosa carcajada-, más les valdrá olvidarse de la idea del sindicato si es que quieren conservar su trabajo. Y ahora, empezamos desde el principio y sin hacer tonterías.

PRIMERA ESCENA

Piolín columpiándose relajadamente en primer plano. De repente oye un ruido, dirige la mirada fuera de campo y, volviéndose hacia la cámara, exclama con acento entre sorprendido y pícaro:

-¡Me pareció ver un lindo gatito!

Giro de cámara. Plano general de la habitación, apreciándose una figura que se desliza con sigilo ocultándose tras los muebles. Zoom a plano medio. Se trata de un gato que intenta pillar desprevenido al indefenso canario.


Publicado el 22-10-2022