La verdadera historia de Orfeo en el infierno



Orfeo, el gran cantor tracio, estaba desesperado. Había perdido a su amada Eurídice, muerta por la mordedura de una serpiente venenosa, tras lo cual la vida ya no tenía aliciente alguno para él.

Lejos de amilanarse, urdió un audaz plan para rescatar a su esposa de los lúgubres dominios de Hades apoyándose en su inigualable arte. Entraría cantando al inframundo y convencería a los dioses infernales para que le permitieran volver a la tierra de los mortales acompañado por Eurídice.

Pero para ello debería elegir bien la música que ejecutaría sin parar hasta lograr que su petición fuera atendida. Y, tras largas reflexiones, optó por lo que consideraba más conveniente para sus fines: una combinación de punk, rap, trap, hip hop, reguetón, salsa, bachata, merengue, bakalao, tecno-pop, rock duro, heavy metal y otros estilos igual de insoportables . Y los resultados fueron los esperados, ya que la mayoría de los habitantes del inframundo se apresuraron a reclamar al propio Hades que pusiera fin a tan infernales -así los denominaron- ruidos.

Éste mandó llamar a Orfeo, que en ningún momento había dejado de tocar y cantar atronadoramente, conminándole a parar bajo la amenaza de... no, se contuvo a tiempo, no podía condenarlo al infierno para toda la eternidad, eso sería demasiado. Así pues, le rogó cortésmente que retornara lo antes posible al mundo de los vivos considerando, con razón, que sólo así su reino podría recobrar el sosiego perdido.

Orfeo accedió con una única condición: que le permitiera llevar con él a Eurídice, lo que concedió el exasperado dios con tal que desapareciera de su reino , exigiéndole a su vez que jamás volviera a aparecer por allí.

Marcharon, pues, Orfeo y Eurídice felices por su reencuentro; pero el vate, temeroso de una mala jugada del traicionero Hades, continuó con su insufrible recital mientras desandaban el camino que les conduciría a casa.

Con lo que no contaba Orfeo, y en esto radicó su perdición, fue que la propia Eurídice, harta también de sus desaforados gritos, se plantó cuando ya estaban llegando a la salida negándose a continuar con semejante tortura para sus oídos.

Su esposo, sorprendido, le respondió que bastaría con salir de allí para acabar con el recital, pero ella le respondió que no se fiaba de él y que, para mayor seguridad, prefería quedarse en el infierno, donde al menos podría llevar una vida -era un decir- sosegada y tranquila.

Así fue como Orfeo hubo de renunciar a rescatar a su amada y retornó solo y caricacontecido del reino de los muertos. Lo que no relatan las crónicas es si volvió a repetir su concierto infernal durante los años que le quedaron de vida, aunque algunas fuentes antiguas afirman que fue despedazado por las ménades enviadas por Dionisos para acabar con sus cantos. Como medida de precaución, Zeus colocó a su lira entre las constelaciones del firmamento para que nunca más pudiera recuperarla alterando de nuevo la paz en el universo.


Publicado el 5-1-2021