La verdadera historia del Pecado Original (II)



La serpiente, el más astuto de los animales que Dios había creado, dijo a Eva:

-¿Cómo es que Dios os ha prohibido comer de los árboles del jardín?

Respondió Eva:

-Podemos comer el fruto de todos ellos salvo del árbol que está en mitad del jardín, del cual nos ha prohibido Dios comerlo porque moriremos si lo hacemos.

Replicó la serpiente:

-No moriréis. Si coméis de él se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.

Y añadió pérfidamente:

-Además, esta manzana no se come, por lo que la prohibición no tiene efecto sobre ella.

Alzó la cola y con la punta de ella le mostró un ordenador portátil que yacía a su lado, en cuya cubierta aparecía dibujado el logotipo de una manzana mordida.

-¿Qué es esto? -preguntó Eva perpleja.

-Es un... -la serpiente eligió cuidadosamente las palabras- artefacto al que se le pueden hacer preguntas sobre cualquier tema del que quieras saber.

Y maldiciendo en voz baja no disponer de manos, continuó:

-Lamentablemente yo no puedo manejarlo por razones obvias, pero te indicaré como se hace. Es muy sencillo, primero tienes que abrirlo y pulsar con el dedo la tecla de la esquina superior derecha que tiene dibujado un círculo con una raya vertical encima...


* * *


Estaba enfrascado Adán buscándoles nombre a unos insectos que había encontrado, cuando le interrumpió Eva:

-¡Adán, Adán! -exclamó eufórica.

-¿Qué pasa ahora? -rezongó malhumorado-. ¿No ves que estoy trabajando?

-¡Mira lo que traigo! -respondió ella mostrándole el ordenador con la manzana dibujada.

-¡Qué has hecho! -exclamó sobresaltado al verla estrujando involuntariamente a uno de los infortunados bichos, lo que provocó la extinción de su especie puesto que todavía no había tenido tiempo para reproducirse-. No me digas que la has cogido del Árbol Prohibido... -y al ver que la fruta estaba mordida, gimió-: ¡Y además has comido de ella!

-¡No seas idiota! -le reprochó-. ¿No ves que es un simple dibujo? Yo no he comido nada, ya venía así; además, la carcasa del ordenador no se me antoja muy comestible.

-¿Ordenador? ¿Qué es eso? ¿Algo para darnos órdenes? Pero si Él no necesita artilugio alguno para decirnos lo que tenemos que hacer...

-Lo dicho, idiota sin remedio -se impacientó Eva golpeando nerviosamente el suelo con el desnudo talón-. Este aparato no da órdenes, simplemente ordena y clasifica datos... te lo diré más claro -insistió al ver la cara de incredulidad de su compañero-: es una especie de oráculo que responde a cualquier pregunta que le hagamos. Te voy a enseñar...

-¡No me enseñes nada! Él nos prohibió comer los frutos del Árbol del Conocimiento, y eso es precisamente lo que dices que hace este aparato, proporcionarnos conocimientos! ¡Hemos pecado!

-¡Pero si ni proviene de un árbol, ni es un fruto, ni se come...! -porfió ella visiblemente enfadada-. No estamos violando ninguna prohibición expresa. Y además es muy divertido y muy fácil de manejar; basta con invocar a un tal Google, supongo que será el nombre del genio que lo habita, y hacerle la pregunta que quieras. No sabes la cantidad de cosas de las que me he enterado. Por ejemplo, que...

-¡Calla, mujer! -le interrumpió aterrado-. ¡Déjate de sutilezas legales, aquí no estamos en un juzgado! ¿Acaso crees que Él se va a tragar estas excusas? Lo importante es el fondo, no la forma. A nosotros se nos prohibió acceder al conocimiento, y con ese artilugio diabólico tú lo has hecho, incumpliendo la prohibición. ¡Estamos perdidos!

-¡Bah! No creo que sea para tanto. Además, sólo he mirado noticias de cotilleo.

Pero sí lo fue, tal como Adán temiera. El resto de la historia, por conocido, no necesita ser relatado.


Publicado el 3-9-2020