La verdadera historia del Planeta de los Simios
Taylor había logrado huir de los simios, pero no de su destino. Acompañado por la fiel Nova, cabalgaban por la playa que separaba al mar de la Zona Prohibida. Buscaba, con el tesón del que sólo pueden ser capaces los desesperados y los locos, la forma de volver a la Tierra, un lugar en el que los seres civilizados fueran los humanos y no los simios.
Fue tras rodear un promontorio cuando descubrió la trágica verdad, manifestando su desesperación por haber logrado encontrar la respuesta a todas sus preguntas:
-¡Dios mío! ¡Estoy de vuelta! Estoy en mi casa otra vez. Durante todo este tiempo no me había dado cuenta de que estaba en ella... ¡Por fin lo conseguí! ¡Maniáticos! ¡La habéis destruido! ¡Yo os maldigo a todos! ¡Maldigo las guerras! ¡Os maldigo!
Porque ante él y la desconcertada Nova se alzaban los restos, semienterrados en la arena pero perfectamente reconocibles, de uno de los iconos más representativos de la extinta civilización humana a la que con tanto afán había buscado en vano: la que en su día fuera la colosal escultura de una mujer cuyo brazo erguido seguía sosteniendo con firmeza un teléfono móvil.
Publicado el 23-12-2021