Problema insoluble



-Señor conde, esto no puede seguir así -el sanitario no se molestaba en disimular su malestar al tiempo que restañaba a su paciente los cortes que presentaba en el cuello-. Es la quinta vez en dos semanas que viene usted aquí con el mismo problema y, sinceramente, pienso que ya es hora de que adopte medidas para evitar que le vuelva a suceder... se lo digo por su propio bien, que conste.

-¡Ay, hijo, qué razón tienes! -concedió el anciano aristócrata-. Ya me gustaría a mí poder hacerte caso. De hecho, en mi castillo siempre había tenido a un barbero entre mi personal doméstico, pero qué quieres... la crisis económica nos ha afectado a todos y yo, aunque noble descendiente de una estirpe centenaria, no me he librado de ella, de modo que me vi obligado a prescindir de sus servicios junto con los de la mayor parte de mi antigua servidumbre -suspiró apesadumbrado.

-Ya, si eso lo entiendo, al igual que entiendo que una persona de su alcurnia no desee acudir a una peluquería pública... pero la mayoría nos afeitamos en casa y, aunque no quede igual que en manos de un profesional, no apañamos...

-Pero tú te ves en el espejo -respondió Drácula en tono sombrío-. Yo lo tengo un poco más complicado.

Y comprobando que el sanitario ya había terminado la cura se levantó del asiento, le dio secamente las gracias y abandonó el centro de urgencias arrebujándose en su negra capa. Instantes después, la sombra aleteante de un murciélago se perfilaba fugazmente sobre la pálida faz de la luna llena.


Publicado el 15-1-2017