La verdadera historia de Robinson Crusoe



Paseando por su isla Robinson Crusoe descubrió alarmado la huella de un pie desnudo en la arena de la playa, lo que le hizo temer la presencia de caníbales. Esto le obligó a adoptar precauciones en caso de que un grupo de salvajes antropófagos pudiera haber desembarcado en la isla ya que, aunque disponía de armas de fuego, no podría hacer frente a un grupo numeroso de enemigos.

Se escondió, pues, en su refugio y comenzó a rastrear las distintas zonas de su feudo poniendo especial cuidado en ocultarse de los posibles visitantes. No tardó en descubrirlos o, mejor dicho, en oírlos dado que éstos no ponían el menor cuidado en ocultar su ruidosa presencia.

Los invasores se habían instalado, según pudo comprobar, en el otro extremo de la isla, probablemente en la pequeña cala que allí existía. Acercándose con sigilo y oculto tras la vegetación Robinson ascendió hasta una loma desde la que se dominaba la cala y, tendido en el suelo, procedió a vigilar a sus enemigos.

Allí estaban, en pleno desenfreno. Y eran muchos más de los que hubiera podido esperar, descubrió con desazón. Pero se había equivocado al suponer que serían caníbales. No lo eran, aunque el peligro era mucho mayor tal como pudo comprobar al descubrir el gran cartel que se alzaba junto a las improvisadas cabañas:


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Publicado el 7-3-2023