La verdadera historia de la Sirenita



La Bruja del Mar contemplaba atónita a su visitante.

-¡Pero criatura! ¿Sabes lo que me estás pidiendo?

-Lo sé perfectamente -respondió con aplomo la Sirenita-. Deseo convertirme en una igual a mi amado.

-Sé razonable, chiquilla. Tú eres una sirena, y por si fuera poco hija del Rey del Mar. ¿Pretendes arruinar tu futuro por un extraño, alguien perteneciente a una raza completamente diferente a la nuestra que, según tú misma me has contado, ni siquiera te conoce puesto que cuando le rescataste estaba inconsciente?

-¡Yo le salvé de la muerte! Por fuerza ha de estarme agradecido. Y -añadió vehemente-, si desaparecen las diferencias físicas que nos separan, en justa ley él me amará tal como yo me enamoré de él tan sólo con verle.

-Y estará muy agradecido. sin duda; aunque no a ti, sino a la persona para él desconocida que le salvó. Pero suponer que en estas circunstancias se fuera a enamorar nada más verte es más que aventurado, por lo que conviene que no te hagas ilusiones frente a lo que muy probablemente te acarrearía consecuencias irreversibles. Eres muy joven, y por lo tanto impetuosa; lo sé, yo también tuve tu edad aunque haya pasado ya mucho tiempo. ¿Por qué no te olvidas de tu príncipe y esperas a que se cumpla tu destino? Aquí eres una princesa, no lo olvides, pero allá de donde procede él tan sólo serías una extraña. Y posiblemente desdichada, puesto que tu cuerpo se habrá transformado y, por si fuera poco, también carecerás del don de la palabra. Lo siento, pero pese a todo lo que se dice de mí y de mis poderes también tengo mis limitaciones, y no te puedo prometer que los resultados vayan a ser los que tú deseas.

-No tiene por qué preocuparse, asumo la responsabilidad. Estoy decidida a pasar por la metamorfosis, por dura que sea, y a cargar con todas las consecuencias... que en el fondo de mi ser estoy convencida de que serán positivas. Esto es lo que deseo.

-Está bien, muchacha -suspiró pesarosa la Bruja-, dadas las condiciones de tu invocación no puedo negarme a acceder a lo que me pides, y ni siquiera tu padre tendría suficiente poder para impedirlo. Bien sabe el gran Dios del Mar que nada me gustaría más que no hacerlo. Acompáñame al laboratorio.

Algún tiempo después la Sirenita, transformada en una bella y ágil delfina, abandonaba la cueva de la Bruja del Mar en pos de su amado príncipe.


Publicado el 7-5-2023