Superclasismo
Spiderman practicaba su gimnasia matutina trepando por la fachada de un edificio cuando oyó que le llamaban. Era Superman, que flotaba ingrávido a su lado.
-¿Qué tal, Arañita? ¿Haciendo un poco de ejercicio? Yo también la hago, que no es cuestión de anquilosarse; todas las mañanas un viajecito de ida y vuelta hasta la Luna y me quedo como una rosa.
Iba a responder éste al kriptoniano cuando una nueva voz saludó a su vez a ambos. Era Mister Fantástico, parado en la acera justo debajo de ellos.
-¡Reed, ya bajamos! -exclamó Spiderman.
-No hace falta, subo yo.
Y así lo hizo, estirándose hasta llegar a la altura -un quinto piso- de sus dos amigos.
-¿Sabéis que Batman ha vuelto a solicitar su ingreso en el Club de los Superhéroes? -les espetó sin más preámbulo-. Este hombre no escarmienta...
-La verdad es que no -añadió Superman-, y eso que se le ha repetido por activa y por pasiva que él no es un superhéroe porque no tiene superpoderes de ningún tipo, y que por muy avanzada que sea la tecnología que utiliza no cumple los requisitos necesarios para ser socio.
-Pues sigue empeñado. Y, claro está, han vuelto a rechazar su admisión.
-Pero habrá necesitado avalistas -terció Spiderman-; no sé como sigue habiendo gente que se presta a esta comedia.
-Siempre tiene que haber alguna oveja negra -rezongó Mister Fantástico-. Según he sabido fueron Brontosaurioman y Piojowoman, dos recién llegados que ni siquiera conozco de vista.
El gesto de ignorancia de sus dos colegas dejó patente que ellos tampoco.
-La verdad es que esto empieza a pasarse de castaño oscuro -añadió el hombre araña balanceándose en el hilo que acababa de tejer-. Y no me refiero al murciélago, sino a toda esa caterva de absurdos superhéroes que nos están invadiendo. Alguna vez tendríamos que protestar los de toda la vida y exigir a los de arriba que paren ya de darle a la churrera; porque como siga así la cosa vamos a tener serios problemas de superpoblación... nunca mejor dicho -rió su propio juego de palabras.
-Es que ya no hay guionistas como los de antes -suspiró el Hombre de acero-. Y si a eso sumamos la avidez de los productores, que con tal de exprimirnos más no tienen escrúpulos en obligarnos a actuar en las historietas más ridículas... siento auténtica vergüenza cada vez que me llega el guión de una nueva aventura. Tendríamos que ponernos en huelga para intentar acabar con todo esto.
-Bueno, dejémonos de elucubraciones y vayamos al grano -terció Mister Fantástico, cuya aversión a los sindicatos era de sobra conocida-. Estábamos hablando de Batman.
-Sí, y de que se le ha insistido hasta el aburrimiento en que deje de insistir, porque mientras no tenga superpoderes no podrá entrar en el club -Spiderman, cansado de su postura, se dio la vuelta quedándose boca abajo.
-Y para ello -añadió Superman- lo único que tiene que hacer es convencer a sus guionistas para que den un giro a su vida y le irradien con rayos gamma, le pique una cobra mutante o cualquier otra cosa que se les ocurra; al fin y al cabo, muchos de vosotros erais personas normales antes de sufrir la metamorfosis.
-Cosas más raras nos han obligado a hacer -apoyó Mister Fantástico-. Y aquí estamos. Pero no, él lo que quiere es ser admitido tal como es ahora, con toda la cacharrería ambulante y sin superpoderes ni para encender una cerilla. Lo que hace estará bien para James Bond, pero no para un superhéroe que se precie. Vergüenza me daría a mí sólo de pensarlo.
-Pues a él no le da ninguna -Spiderman volvió a hacer otra pirueta recostándose cómodamente en la tela que había tejido en el hueco entre dos ventanas-. Es más, incluso se jacta de haber tenido a varios de nosotros como partenaires en todos esos revoltijos de superhéroes y supervillanos que los fulanos de los guionistas se empeñan en guisar de vez en cuando. Por lo menos yo me he librado de eso por ser de la competencia...
-Y yo también -apoyó Mister Fantástico-. Pero tú sí has tenido que cargar con él -añadió dirigiéndose a Superman.
-No me lo recuerdes; incluso me lo enchufaron en un mano a mano. En la Liga, al menos, quedaba diluido dentro del batiburrillo, pero aguantarlo a solas llegó a ser insoportable. Además el tío iba de divo, cuando yo podría haberle aplastado con dos dedos como si fuera una mosca. Y por si fuera poco, me estaba rebozando constantemente que él sí tenía una verdadera personalidad mientras yo no pasaba de ser un fantoche. Acabé de él hasta la capa, y si no hubiera sido por el contrato... es una lástima que en vez de mí no hubieran llamado a Bruce, con la mala leche que se le pone cuando se cabrea; lástima que sea también de la competencia.
-Bueno, vayamos a lo práctico -zanjó Spiderman acunándose beatíficamente en su hamaca arácnida-. Después de este portazo ¿conseguiremos que deje de dar la lata?
-Yo iría aún más lejos -apuntó Superman-. Deberíamos exigir a los guionistas y a los productores que lo expulsaran de nuestro universo para que nos dejara en paz de una vez.
-No sé si lo conseguiríamos -terció Reed-. Por desgracia, sigue siendo rentable. En fin, habrá que seguir aguantándole, pero al menos podremos impedir que se nos cuele en nuestro sancta sanctórum, aquí las editoriales y las productoras no pintan nada. Pero fuera de su trabajo en solitario que se quede en su Gotham y nos deje en paz, aunque como a los guionistas vuelvan a cruzárseles los cables... Y ahora, si me disculpáis, me tengo que encoger, porque con superpoderes o sin ellos el reuma no me perdona, y estos estiramientos me dejan hecho cisco. Además, he quedado con la Patrulla X para tomar unas copas.
-Yo tengo que pasarme por el Daily Planet a ver qué tontería se le ha ocurrido hoy al director -dijo a su vez Superman despidiéndose con un saludo antes de marcharse volando.
Pues nada, que os vaya bien a los dos -respondió Spiderman a nadie, puesto que ya se había quedado solo-. A ver si me dejan en paz también a mí -se dijo para sí-, porque con tanto reinicio, tantas versiones alternativas y tantos Vengadores de las narices me tienen hasta los quelíceros.
Tras lo cual abandonó su tela -cualquier día le darían un toque los servicios de limpieza municipales- y siguió trepando tranquilamente por la fachada.
Publicado el 18-11-2021