Inconvenientes de la superheroicidad (III)



Desde el instante mismo en el que le vio aparecer por la puerta, el dependiente adivinó que venía cabreado. Muy cabreado. Echando mano de su experiencia como vendedor, le preguntó en su mejor tono profesional:

-¿Qué desea el señor?

-¿Qué deseo? -barbotó éste sin disimular su enfado-. Dar una queja.

-Por supuesto, señor, estamos aquí para atenderle. Le agradecería que me dijera los motivos de su descontento.

-¿Motivos? Éstos -respondió arrojando sobre el mostrador una caja de preservativos abierta-. ¿Le parece poco?

-Discúlpeme, pero no entiendo...

-¡Se rompen, demonios, se rompen! Todos sin faltar uno de los que he usado, que obviamente no he traído aquí, se han roto durante... bueno, ya me entiende. Éstos son los que han sobrado.

-¿Se han roto? -la sorpresa del dependiente era auténtica-. No dudo de su palabra, por supuesto, pero se trata de algo muy extraño. Éstos son los preservativos más resistentes del mercado, y aunque hemos vendido muchos, hasta ahora nadie se había encontrado con este problema.

-Eso mismo dijo usted cuando me los vendió, pero ya ve que no ha sido así.

-Lo único que puedo hacer es devolverle su importe, ya que no dispongo de otra marca con más garantías. Eso sí, le agradecería que me dejara éstos para enviárselos al fabricante y que pueda analizarlos. Quizás se trate de una partida defectuosa.

-Puede quedárselos y hacer con ellos lo que le plazca, y en cuanto al dinero no se preocupe, también se puede quedar con él. Yo lo único que quería es manifestarle mi descontento y asegurarle que jamás volveré a comprar nada en este establecimiento.

-Como usted desee y le agradezco su comprensión, pero insisto en compensarle por las molestias. Le ruego que aguarde un momento para que pueda reintegrarle lo que le costó, tengo que ir a la caja.

Pero cuando volvió con el dinero en la mano el irritado cliente ya se había ido sin despedirse dando un fuerte portazo que hizo temblar todos los cristales de la tienda.

-“Menudo elemento -pensó para sí-. Menos mal que se ha ido, porque si no me habría amargado el día.¿Qué demonios haría para romperlos? Porque hay que ser bruto...”

Mientras tanto Clark Kent, alter ego público de Superman, se dirigía a grandes zancadas hacia algún lugar en el que poder quitarse el disfraz de humano y volar hasta su refugio secreto donde aguardar a que se le pasara el berrinche. ¿Qué se había creído el petimetre ése? Si de un simple soplido podría haber arrasado la tienda, él incluido, como si por ella hubiera pasado un ciclón tropical.

Pero esto no solucionaba el problema: ¿cómo poder disfrutar de sus superorgasmos sin que el preservativo quedara destrozado? Como no los hicieran de kriptonita...


Publicado el 10-11-2023