La verdadera historia de Ulises y las sirenas



Ulises y sus compañeros, tras dejar atrás la isla de Eea residencia de la divina Circe, proseguían su azaroso viaje camino de Ítaca. Mas para ello deberían pasar junto a la Isla de las Sirenas, donde estos maléficos seres atraían con sus cantos a los infortunados navegantes que osaban aproximarse a sus costas.

Siguiendo las instrucciones que le diera Circe, Ulises explicó a sus compañeros el ardid del que se servirían para eludir la trampa tendida por estos monstruos mitad ave mitad mujer: tomando un pan de cera lo partió en pedazos y, reblandeciéndolos, les ordenó que se taparan con ellos los oídos, evitando así que pudieran oír los mortíferos cantos.

Ulises tenía otros planes para él, puesto que deseaba conocer el modo con el que las sirenas atraían a sus incautas víctimas. Así pues, pidió a sus compañeros que le amarraran fuertemente al mástil de manera que no le fuera posible desasirse, instándoles a que bajo ningún concepto le desataran por más que se lo rogara.

Llegados de esta manera a las cercanías de la orilla, las sirenas comenzaron a entonar un sonoro canto que sólo Ulises era capaz de oír:

-¡Ea, célebre Ulises, gloria insigne de los aqueos! Acércate y detén la nave para que oigas nuestra voz. Nadie ha pasado en su negro bajel sin que oyera nuestro dulce mensaje.

Esto dijeron, e intuyendo el peligro dos de sus compañeros le amarraron más fuertemente aún mientras el resto continuaban remando con todas sus fuerzas con el fin de dejar atrás lo antes posible tan peligroso lugar.

Entonces las sirenas, viendo peligrar su presa, arreciaron su canto:

-Ilustre Ulises, disponemos de las últimas novedades en teléfonos móviles, con unas ofertas imbatibles en las mejores marcas. Tenemos también un completo surtido en mobiliario de estilo escandinavo, capaz de satisfacer al cliente más exigente. Te ofrecemos una infinidad de artículos en promoción 3×2, un 5% de descuento en los libros y discos más vendidos, televisiones todavía más inteligentes a precios de fábrica, coches de última gama con una financiación a medida de cualquier bolsillo...

Ulises se retorcía impotente intentando desprenderse de sus ligaduras y suplicando a sus compañeros que le desataran, pero éstos, siguiendo sus instrucciones, le desobedecieron. Viendo las sirenas que sus esfuerzos por atraerle resultaban inútiles, realizaron un último y desesperado intento:

-En nuestra isla dispondrás de la mejor oferta de ocio de todo el orbe, con cientos de restaurantes, cafeterías y discotecas de todos los ambientes imaginables. Podrás disfrutar en Mitolandia, nuestro espectacular parque temático, donde conocerás a todos los dioses; bañarte en playas paradisíacas, jugar en nuestros casinos, asistir a espectáculos musicales con los mejores artistas del momento, ejercitar tus músculos en los mejores gimnasios de todo el Mediterráneo, gozar de las más bellas mujeres de todas las razas...

Mas ninguna de sus artimañas les valió gracias a la astucia de Ulises. Cuando su buque dejó atrás la Isla de las Sirenas y ni sus voces ni sus cantos se oían ya, quitáronse sus compañeros la cera de los oídos y le liberaron de sus amarras, celebrando todos ellos su fortuna.

-Estuvo cerca, ¿eh? -le sonrió Perimedes al tiempo que le alargaba una bota de vino.

-Desde luego que sí -respondió Ulises enjugándose la sudorosa frente-. La verdad es que las campañas publicitarias son cada vez más agresivas y más difíciles de evitar. Dichosa sociedad de consumo...

Tras lo cual volvieron a sus puestos; Ítaca se encontraba todavía lejos, y estaban impacientes por retornar a su patria.


Publicado el 10-7-2016