Adopción especial
-Así pues, ustedes desean comprar a un niño.
-Bueno, yo... -el cliente, un hombre de mediana edad y aspecto anodino, mostraba de forma patente su incomodidad.
-No tiene por qué excusarse; -le tranquilizó el vendedor, acostumbrado como estaba a situaciones similares- Nuestro negocio es escrupulosamente legal y cuenta con todas las bendiciones del Estado.
-Sí, pero pese a ello no acabo de acostumbrarme del todo. Antes no ocurría así.
-¿Y qué importa eso? -terció su esposa, molesta por sus tardíos escrúpulos- Se puede hacer y lo haremos, y nadie tiene derecho a reprochárnoslo; eso ya lo hemos hablado.
-Comprendo sus temores, pero no tienen por qué dejarse influir por la oposición a nuestras actividades que pueda existir en ciertos sectores sociales. -el vendedor conocía el terreno que pisaba- Muchas prácticas que hoy están completamente asumidas por la totalidad de la sociedad contaron en su día con una fuerte contestación: El divorcio, el aborto, la fecundación in vitro, los trasplantes de órganos... Hasta las simples transfusiones de sangre eran rechazadas por algunas sectas religiosas. ¿Pero hemos de detenernos por ello? Nuestra compañía es pionera en este campo, y esto es lo que muchos no nos perdonan. Pero las leyes son claras y sólo a ellas debemos obedecer; por supuesto que todo el mundo tiene derecho a manifestar su opinión, pero lo que no se puede admitir son las coacciones de ningún tipo. El futuro es de los valientes. -concluyó esbozando una amplia sonrisa.
-Está bien. -admitió finalmente el cliente, más por temor a un enfrentamiento con su mujer que por convencimiento real- Estamos a su disposición.
-Perfecto. -zanjó satisfecho el vendedor al tiempo que abría una carpeta sobre su mesa- Comprendo que a mucha gente todavía le choque la compra de un niño, pero se trata de algo completamente consecuente con la actual tecnología de reproducción artificial; al fin y al cabo una vez dominada la fecundación in vitro el siguiente paso a dar era el de la creación industrial de embriones y su selección para obtener niños sanos y poco menos que a la carta... Y esto cuesta dinero, mucho dinero, por lo que el altruismo de las antiguas adopciones no tiene ya el menor sentido. Ustedes pueden elegir ahora un niño con unas características determinadas, y si no disponemos de él en nuestras maternidades nos comprometemos a suministrárselo en un plazo inferior a un año; y con garantía total, por supuesto, de ausencia de cualquier tipo de tara genética. Como pueden comprobar, las ventajas son enormes frente a la lotería del antiguo sistema.
-Vayamos al grano. -le interrumpió la impaciente mujer- Todo eso ya lo sabemos.
-Como ustedes quieran. Va a ser una adopción normal, supongo.
-Normal no, especial. -respondieron a dúo los dos cónyuges.
-¿Especial? -pese a su experiencia, el vendedor no pudo evitar su sorpresa- No es lo más habitual teniendo en cuenta su edad... -titubeó- Pero el cliente es el que manda.
-Yo prefiero precisamente ahora. -remachó él.
-Por supuesto; por parte de la compañía no existe el menor inconveniente, pero supongo que serán conscientes de que la tarifa de una adopción especial es mucho más elevada que la correspondiente a la adopción normal...
-Lo sabemos. Si necesitan ustedes un aval bancario... -respondió el cliente haciendo ademán de buscar algo en el bolsillo interior de su chaqueta.
-¡Oh, no se preocupen por eso! No es necesario por ahora. Lo que sí me interesaría es saber si ustedes conocen todos los detalles de las adopciones especiales.
-Disponemos de la documentación que nos fue remitida por su compañía. -explicó la esposa- ¿Acaso no es completa?
-Por supuesto que sí; nuestra seriedad con el cliente es absoluta. Pero no es lo mismo una información escrita que una explicación personal. Por lo tanto, me gustaría saber si necesitan algún tipo de aclaración al respecto.
-Realmente la información que nos remitieron era bastante completa. -insistió ella con tozudez- Tras el nacimiento del niño éste, en lugar de ser entregado a los compradores, es retenido en las instalaciones de la compañía hasta los...
-Cinco años aproximadamente. -atajó su interlocutor- La complejidad de las adopciones especiales exige un tratamiento postnatal que sólo puede ser llevado a cabo por personal muy cualificado.
-¿Y luego?
-Eso es algo que depende de ustedes, aunque si lo desean la propia compañía puede encargarse también de la crianza posterior.
-Preferimos que sea así.
-Perfecto. -respondió el vendedor haciendo una anotación en sus papeles- Necesitaremos, por supuesto, unos análisis médicos previos para determinar la compatibilidad genética y bioquímica, ya saben...
-¿Lo pueden hacer ustedes?
-Por supuesto, pero no es obligatorio. Pueden realizarlos donde prefieran siempre y cuando esté homologado por el Ministerio de Sanidad.
-Háganlo entonces. Para nosotros es mucho más cómodo que tener que ir yendo de un lado para otro.
-Les agradezco la confianza que ponen en mi compañía, y les aseguro que no quedarán defraudados. La satisfacción plena de los clientes es nuestra prioridad absoluta.
-¿Cuándo podemos comenzar?
-Cuando ustedes lo deseen; de todos modos, teniendo que cuenta que el proceso completo se va a prolongar durante al menos quince años, tiempo es precisamente lo que nos sobra. Si les parece bien, podemos ir preparando todos los documentos necesarios para los trámites legales pertinentes... ¡Ah, se me olvidaba! Nuestra compañía les ofrece, de forma completamente gratuita, un seguro que cubre todas las posibles incidencias que puedan tener lugar durante el proceso de adopción, aunque les puedo garantizar que las posibilidades de que tenga lugar algún percance son virtualmente nulas.
-Está bien. -zanjó el cliente levantándose de su asiento (momentos antes lo había hecho su esposa) y estrechando la mano del vendedor- Quedamos a la espera de su llamada para firmar los documentos y hacer los primeros pagos.
-No se preocupen ustedes; -respondió su interlocutor satisfecho por la buena venta que había realizado- serán avisados en el momento en el que esté todo listo... Dentro de unos tres días, cuatro a lo sumo.
Instantes después el matrimonio se alejaba, también satisfecho, camino de su domicilio. El esposo se preguntaba, ilusionado, cómo se sentiría en el interior de un cuerpo joven, sano e infinitamente mejor que aquél que la naturaleza le había otorgado, un cuerpo todavía no nacido al cual dentro de quince años, cuando hubiera crecido lo suficiente, le sería trasplantado su cerebro.
Estaba bien esta posibilidad de rejuvenecerse gozando de un cuerpo perfecto hecho prácticamente a medida... ¡Y que hubiera retrógrados que lo condenaban! Al fin y al cabo al feto se le inhibía el desarrollo de todas las partes de su cerebro ajenas al control del sistema vegetativo, por lo cual no podía decirse que se asesinara a nadie al extirparle al cuerpo su cerebro con objeto de sustituirlo por el del comprador... Porque un cuerpo sin funciones cerebrales, con encefalograma plano desde antes incluso del nacimiento, no podía ser considerado ni legal ni moralmente un ser humano. Si se extraían órganos de personas cerebralmente muertas sin que nadie se escandalizara por ello, ¿por qué había de ser distinto aprovechar el cuerpo entero y no sólo el corazón o los pulmones?
Decididamente no le preocupaba en absoluto lo que pudieran decir algunos cretinos de él; la ley le amparaba, y eso era más que suficiente. Era una verdadera lástima que tuviera que esperar nada menos que quince años, quince largos años hasta que su nuevo cuerpo fuera lo suficientemente grande para ser trasplantado; pero merecería la pena.
Tan sólo una cosa le inquietaba. ¿Qué iba a hacer entonces con alguien tan vieja como su mujer? Bueno, se respondió filosóficamente, tendría mucho tiempo para pensarlo.
Publicado el 11-2-2005 en La Fundación on line