Un deseo fallido



No, no puede decirse que Juan Sánchez Pérez, más conocido como el Morcilla, sea un tipo de suerte; toda una vida sobreviviendo de mala manera en los suburbios de la gran ciudad y, cuando un buen día encuentra una lámpara maravillosa, desperdicia totalmente la ocasión...

Claro está que el pobre tiene la mala costumbre de lanzar una exclamación siempre que algo le sorprende, y lamentablemente ésta suele ser “¡Que el diablo me lleve!”.

Naturalmente, no ha tenido todavía ocasión de solicitar ninguno de los dos restantes deseos; y es que, desde hace milenios, los genios nunca han tenido la menor influencia sobre los asuntos infernales.


Publicado el 25-5-2004 en Ochocientos y el 18-4-2008 en Efímero