¿Altruismo?



Aquella aciaga nochebuena fueron millones los hogares en los que la llegada de la Navidad supuso una amarga decepción tanto para los pequeños como para los que ya no lo eran tanto: Papá Noel no había pasado por ningún lugar del planeta para dejar su cargamento de juguetes.

Afortunadamente, días más tarde hubo finalmente regalos para todos gracias a la generosidad de unos Reyes Magos que se multiplicaron para poder visitar, en la noche del cinco al seis de enero, la totalidad de las viviendas del mundo entero, tanto si en éstas se les esperaba a ellos como si eran de aquéllas a las que Papá Noel había dejado de ir. Fue sin duda un bello gesto alabado por todos y que tuvo su continuidad al prometer sus Majestades Orientales que en años sucesivos continuarían obrando de igual manera, al menos mientras su antiguo competidor continuara sin dar señales de vida.

Lo que nadie llegó a saber fue que, en un remoto y desconocido rincón cercano al polo norte, el cadáver del que fuera el amigo de los niños reposa para siempre enterrado bajo varias toneladas de hielo y rocas derrumbadas repentinamente sobre su vivienda cuando él se encontraba en su interior... Y es que, ser Rey Mago no tiene por qué estar reñido con ser un experto en explosivos.


Publicado el 2-2-2007 en NGC 3660