Jubilación
De nuestra corresponsal en Laponia Blanca Nevada.
Las recientes declaraciones de Papá Noel por videoconferencia han desatado un auténtico terremoto en numerosos lugares del mundo. Según afirmó este entrañable personaje navideño llevaba ya mucho tiempo pensando en retirarse, aunque el detonante final de su decisión ha sido al parecer el cambio climático.
Estaba harto de matarme a trabajar todas las nochebuenas mientras la gente la celebraba tranquilamente en torno a una espléndida mesa. Yo, por el contrario, tenía que ir con la lengua fuera de casa en casa, de ciudad en ciudad, de país en país, de continente en continente sin parar un solo instante. Y ya está bien; por muchos superpoderes que tengan, me río yo de Superman y de toda esa patulea de actores de circo disfrazados con ridículos trajes de colores chillones, ya me gustaría ver a cualquiera de ellos intentando hacer mi trabajo.
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Además, todo son inconvenientes; cada vez quedan menos chimeneas, lo que me obliga a recurrir a los métodos más inverosímiles, si no peligrosos, para poder entrar en las casas. Eso cuando no salta la alarma, me ataca un perro o a algún psicópata le da por soltarme un tiro a bocajarro. Soy inmortal, pero duele bastante.
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Tampoco al aire libre me encuentro libre de percances. Estoy harto de que me paren en las fronteras para pedirme el pasaporte, para cobrarme derechos de aduana por los regalos que llevo en el trineo o incluso para detenerme bajo la acusación de contrabando. Una vez casi choqué con un avión de pasajeros, y los militares confunden con frecuencia a mi trineo con un misil, un dron o qué se yo... ¿acaso tengo pinta de ser un misil? Y no es eso lo peor, sino que me disparen uno de verdad como ha ocurrido en más de una ocasión. No vean lo mal que lo pasaron mis pobres renos intentando esquivarlos. Y hablando de renos, estoy hasta el gorro de los animalistas, que al parecer no tienen nada mejor que hacer que denunciarme como torturador animal. ¿Torturar yo a los renos? Si no los hay mejor tratados en todo el planeta...
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Dicen mis detractores que para un día que trabajo al año el resto me dedico a la molicie... Quien lo desee, puede pasarse un año trabajando conmigo. Aparte de la paliza maratoniana de visitar millones de viviendas repartidas por medio mundo en tan sólo una noche, que no es moco de pavo, ¿son conscientes estos descerebrados de cuánto trabajo y cuánto tiempo cuestan mantener actualizados los listados de direcciones, recopilar las peticiones de los niños, clasificarlas, encargar los juguetes a las fábricas, pagarlos, almacenarlos y organizar la logística de su reparto? Por muchos ayudantes elfos que tenga no doy abasto durante los trescientos sesenta y cinco días del año con sus correspondientes noches, y gracias a que me cunde el doble porque no necesito dormir. Vamos, que no paro, y si no se lo creen, el próximo año pídanle los juguetes a Amazon en vez de a mí.
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Creo sinceramente que después de tantos siglos de trabajo ininterrumpido me he ganado sobradamente la jubilación, pese a lo cual siempre posponía la decisión para el año siguiente por no decepcionar a los pequeños. Pero la gota que colmó el vaso de mi hartazgo fue el calentamiento global, que ha convertido el clima de Laponia en algo similar al de Benidorm. Por si fuera poco no sólo no nieva ni hace el más mínimo frío, sino que además se ha llenado de hoteles, bares, restaurantes... y de muchedumbres que no hacen sino entorpecer mi trabajo convencidos de que mi residencia es un parque temático más. ¿No tienen suficiente con las Disneylandias?
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Así pues comunico públicamente mi irrevocable decisión de retirarme de forma inmediata, al tiempo que les recomiendo que no se molesten en intentar localizar mi refugio secreto; porque no lograrán encontrarlo ya que ni siquiera se encuentra en este planeta y por fortuna los viajes interplanetarios todavía están lejanos, aunque siempre podrían incordiarme con alguna sonda espacial.
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Eso es todo.
A las preguntas de los corresponsales y enviados especiales presentes -añade nuestra corresponsal- respondió siempre de forma elusiva, hasta que un periodista español se interesó por un posible traspaso del negocio a sus competidores tradicionales, los Reyes Magos, posiblemente con un punto de malicia dada la conocida rivalidad ancestral existente entre ellos. Papá Noel, trocando su habitual ademán bondadoso por una brusquedad insólita en él, respondió:
Que cese en mi actividad laboral no significa que esté dispuesto a renunciar a todo cuanto me pertenece legalmente; tengo registradas a nivel mundial infinidad de patentes que protegen mi propiedad intelectual y comercial, y huelga decir que no renuncio en modo alguno a defenderlas. Por otro lado estaría dispuesto a cedérselas a cualquiera que pudiera estar interesado en ellas, bastaría con ponernos de acuerdo en la cantidad que aceptaran pagar por adquirirlas.
Insistiendo el español en la pregunta de si había mantenido contactos con Sus Majestades de Oriente, un palpablemente irritado Papá Noel reconoció al fin:
Los hubo. Yo les ofrecí mi cartera de proveedores y clientes por un precio muy competitivo, pero ellos rehusaron siquiera negociar con la excusa de que ya tenían bastante trabajo como para cargar además con el mío. ¿Lo creen ustedes? Pese a ser tres mientras yo estoy solo, eso sin contar con la cada vez mayor cuota de mercado que les he venido arrebatando ininterrumpidamente desde hace tiempo. Pero su soberbia les impedía reconocerlo, lo que imposibilitó llegar a un acuerdo.
Entonces un periodista anglosajón se interesó por la situación en la que iban a quedar todos aquellos niños a los que no les llegarían sus juguetes pero tampoco los de los Reyes Magos, a lo cual él respondió con un tajante Francamente, me importa un bledo dando por concluida la rueda de prensa.
Por su parte los Reyes Magos guardan silencio sobre la decisión de su colega, mientras su Oficina de Relaciones Públicas respondió a nuestro corresponsal en Oriente que Sus Majestades estaban desarrollando su calendario habitual en estas fechas prenavideñas y que cualquier posible información al respecto se comunicaría cuando lo consideraran pertinente. No obstante, gracias a otras fuentes bien informadas a las que ha tenido acceso este periódico hemos podido saber que el calentamiento global también está afectando negativamente a la actividad de los Reyes Magos, ya que el clima de su residencia oriental se ha convertido en desértico. Por consiguiente, según algunos rumores, estarían planeando trasladarla a algún lugar no revelado, pero presumiblemente situado en las cercanías del Círculo Polar, cuyo clima actual sería similar al de ésta.
Seguiremos informando.
Publicado el 26-12-2023