Dijo Dios:

-¡Hágase la luz!

Y dijo la burocracia:

-Antes de que reciba la autorización para hacerla tendrá que darse de alta en el registro de empresas energéticas, presentar un proyecto de viabilidad comercial, otro de viabilidad tecnológica, justificar la necesidad de su incorporación como nuevo operador en el mercado, rellenar todas las solicitudes de la KR-0001 a la KR-9999, pagar las tasas correspondientes conforme al impreso EXPR-4117-IMEME, adherirse al protocolo antioligopolio, firmar su conformidad con las leyes relativas a la protección de datos y a la defensa del consumidor, justificar que no se haga un uso indebido de fuentes energéticas no renovables, asumir...

Así pues, Dios renunció y se marchó a otro universo donde resultara más fácil acometer la Creación. Lamentablemente, dadas las circunstancias y la escasa calidad de la materia prima, los resultados obtenidos fueron muy inferiores a los que él hubiera deseado, pero menos daba una piedra.