Encuentro casual
Estaba justo enfrente de mí, con ese ademán indiferente que adoptamos cuando viajamos en Metro.
Su aspecto era singular con el cráneo pelado, los ojos facetados, las orejas puntiagudas, el tono ceniciento de su piel y esa mano acabada en pequeños tentáculos con la que se sujetaba a la barra. Debía proceder de muy lejos, pero nadie se mostraba sorprendido por ello.
El tren se detuvo en la siguiente estación y él se apeó saludándome con un gesto de su extraña boca que yo interpreté como una sonrisa de despedida.
Así de cosmopolita es el Metro.
Publicado el 24-6-2024