Criovulcanismo
En el vulcanismo convencional, presente en la actualidad en la Tierra y en otros planetas y satélites del Sistema Solar como Venus e Ío, o en el pasado en Marte o la Luna, el calor interno es suficiente para fundir las rocas, que emergen a la superficie en forma de lava líquida a una temperatura de centenares, e incluso de más de mil grados centígrados.
En el criovulcanismo, aunque se trata de un proceso en esencia similar -fusión de materiales sólidos en el interior de un cuerpo celeste-, ésta tiene lugar a temperaturas muy inferiores, y no son materiales pétreos los que se funden, sino hielo de agua o de otras substancias volátiles como el amoníaco o el metano. Este fenómeno tiene lugar en los astros helados del Sistema Solar exterior, en los que la temperatura es lo suficientemente baja como para que estos compuestos químicos, que en la Tierra se presentan habitualmente en forma líquida o gaseosa, se encuentren en estado sólido.
La manifestación típica de los criovolcanes, o volcanes de hielo, suele ser en forma de géiseres de estos materiales volátiles, fundidos a causa de las fuerzas de marea o bien por el calor generado por la desintegración natural de los isótopos radiactivos.
Descubierto inicialmente en Tritón, el principal satélite de Neptuno, durante el sobrevuelo de la sonda Voyager 2 en 1989, el criovulcanismo parece ser un fenómeno bastante habitual en los satélites helados de los planetas gigantes, y quizá también en los objetos transneptunianos, habiéndose detectado, además de en Tritón, en los satélites de Júpiter Europa y Ganímedes, en los de Saturno Encélado y Titán, y en el de Urano Miranda.
Publicado el 9-1-2012